Fecha de nacimiento: 18 de julio de 1926, Alcolea de Calatrava
Fallecimiento: 12 de diciembre de 1995, Barcelona
HOMENAJE A ÁNGEL CRESPO
Grupo Poético: Malditos Bastardos
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POEMA 1
EN CUATRO DÍAS APENAS
El tiempo me ha dejado cual tronco hecho cenizas,
con una imagen gris casi sin movimiento,
esa agradable luz que llega y se desliza
apenas da calor a mi pesado aliento.
Estoy bajo la sombra de una gastada sombra,
peregrina y cansada por culpa de unos años
que han dejado mi cuerpo como una vieja alfombra,
cosida y remendada con curiosos apaños.
El futuro me exige que pare en cierto punto
de una granja que acoge todo el dorado trigo
soy un pequeño instante quizá soy un segundo
del débil esqueleto que tengo como amigo
El tiempo me ha otorgado cuatro días apenas,
ha llenado mis pasos de alegrías y penas.
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POEMA 2
AMOR DE IDA Y VUELTA
Amor
es como el vuelo
de un pájaro encantado
que llena de trinos las ramas
floridas del cerezo del jardín.
Pregúntale qué viento, qué impulso, qué latido
lo transforma en un ave migratoria,
que agita de golpe sus alas
y, en busca de otros cielos,
desaparece
sin más.
Así,
los que lo sufren,
dicen que es el amor.
Detrás de ese anhelo soñado,
quizás regresen nuevas primaveras,
a los mismos jardines y a los mismos cerezos,
a mostrarnos con fuerza incontenible
la sangre incendiada en las venas.
¿Llegará otro jilguero
a la ventana
de ayer?
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POEMA 3
ME ENAMORAN LOS ÁRBOLES
Me enamoran los árboles
porque crecen deprisa,
son autosuficientes,
y siempre aportan frutos, sombra, sueños…
y muchas primaveras explosivas.
Me enamoran los árboles
porque saben plantar cara a los vientos,
porque no retroceden
y saben soportar estoicamente
los rigores del tiempo más desconsiderado.
Me gustan los árboles,
también,
porque saben morir de pie.
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POEMA 4
EL TIEMPO
El tiempo se ha posado como un pájaro
sobre las grises ramas de mi testa,
y de mi juventud...,
solo queda el recuerdo
de las antiguas luces,
de amores y amoríos
ya olvidados…
El tiempo me recuerda mis anhelos,
de ver los animales
correr libres
por campos
virginales,
y ver los manantiales
rebosantes de vida,
donde nadie perturbe
el nado de los peces.
El tiempo me ha traído frustraciones
de ver el cielo sin pájaros
y los campos sin vida,
y al león, prisionero
por humana indiferencia.
Frustrado, sí, porque los niños
perdieron su inocencia,
víctimas de una adultéz
que les ofrece un mundo sin esperanza
y sin conciencia.
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POEMA 5
LA LLUVIA QUE CAE
A veces, cada vez con menor frecuencia,
llueve,
gotas de agua que mojan el suelo
y mis zapatos.
En ocasiones, en ciertos momentos,
mi pensamiento se eleva
hasta acariciar el cielo,
tal vez por eso digan
que parezco estar en las nubes.
No sé, es posible,
siempre he creído en esas cosas
que puedo tocar con las manos
y que me calan,
como la lluvia que cae,
cuando cae.
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POEMA 6
EL ESPEJO
Cuando te quedas solo, oyes la voz,
la voz de la conciencia.
Te asomas al balcón de tu existencia
y la duda se instala
con una obstinación desconcertante;
El placer se intercala
para sentir el beso,
el beso del ayer que ya no existe.
Y te miras de frente,
frente al espejo gris que te señala
el temor que subsiste,
intermitente.
Y la duda se instala
mostrándote otra vez el desconcierto
de todo lo que, al fin, eres consciente:
“tu voz ya no es tu voz, que es la de un muerto.”
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POEMA 7
ÁNGEL CRESPO
Ese don de ser poeta,
me pregunto muchas veces,
por pura curiosidad,
¿qué es y de donde viene?,
pues todo el mundo hace versos,
pero al final nadie entiende,
ni tan siquiera el poeta,
lo que pasa por su mente
cuando sale de sí mismo,
y en el espacio se pierde.
Cuando el verso lo acapara
quiere volver, y no puede,
al mundo de la quimera,
a ese mundo decreciente,
donde verdad y mentira
tan a menudo se entienden,
en extraña paradoja,
que al espíritu conmueve.
¡Oh, qué incierta pesadumbre!
¡Oh, qué amenaza perenne!
¡Oh, poeta incomprendido!
¡Oh, gran duende entre los duendes!
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POEMA 8
EN ALAS DE LOS DIOSES
a Ángel Crespo
Quién no ha visto a las aves
a contraluz de cielo
ensayar una danza en el azul;
a la clave de sol
surgir de entre las nubes,
o a la grácil palmera
desatar su melena al arbitrio del viento.
Quién no ha visto a una estrella
huir del infinito,
y adentrarse en la mar serenamente
hasta dejar su estela plateada
en medio de las ondas.
Quién no ha escuchado
la dulce sinfonía de la lluvia
al derramarse sobre la verde
fronda de los árboles,
el canto melodioso del arroyo
saltando entre las peñas,
o el tintineo del agua de la fuente
cuando la nieve deshace sus cristales.
Quién no ha sentido
esa etérea fragancia de las flores
cabalgando en los aires,
o se ha incendiado
ante el febril rubor de la amapola,
nacida en esos campos
de dorados trigales.
Quién no ha asistido
al parto de la luz,
destrenzándose en hilos violetas y añiles
para vestir la tierra con su inmenso fulgor.
Quién no ha intentado atrapar
alguna vez la brisa, con sus manos,
y guardarla en su pecho, hecha poema…
¡Quién! ¡Decidme, quién!...
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Grupo Poético: Malditos Bastardos
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