(Corona en Sonetos Alejandrinos)
Soneto 0
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Cómo enjugar el llanto de un etéreo suspiro,
cuando gime el silencio de mi apagado ayer,
si al mirar al futuro el presente da un giro
convirtiendo en pasado lo que no ha de volver.
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Las noches y los días se van por el torrente
del caudaloso río de un mundo claroscuro,
donde el lodo del tiempo nos aferra inclemente
anegando los sueños en su mar de cianuro.
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Es tal la brevedad de la existencia humana,
que gritan al ocaso los miedos que amamanto
al compás de las horas de un reloj sin esfera.
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Es tan breve la aurora que precede al nirvana
del estado perfecto, sin temor ni quebranto,
en las prímulas manos de alguna primavera.
Mari Carmen Rodríguez Camargo
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Soneto I
¿Cómo enjugar el llanto de un etéreo suspiro
mientras la vida canta su leve ensoñación?
Mi humana consistencia, la piel con que respiro,
en su afanosa angustia, no encuentra explicación.
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Mi corazón se abisma al vigor que quisiera,
y, agotado en sus ansias, asume su derrota;
es su presente entonces el fin de una carrera
donde vertió su esencia, su sangre gota a gota.
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Entre espinas y rosas, entre rosas y espinas,
telúricas pasiones hoy son mito tan solo...,
destellos de memorias por desaparecer.
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El tiempo, con sus manos hercúleas y asesinas,
ahoga en mi garganta el grito que acrisolo
cuando gime el silencio de mi apagado ayer.
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Mardy Mesén Rodríguez
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Soneto II
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Cuando gime el silencio de mi apagado ayer,
cuando cruje, se altera y colapsa el presente,
cuando siento que el aire aprisiona mi ser,
lo sopeso un instante y lo encaro de frente.
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Pues la vida te empuja a lidiar sobresaltos,
a rendirte a la magia que, a menudo, intercala
este mundo asombroso carcomido de asfaltos
pero experto en placeres que el amor acaudala.
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Rodearse del lujo que atesora la tierra
y mamar de su savia, de su esencia divina,
es sentir cómo vibra el placer al que aspiro,
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es sentir que, en su aroma, mi palabra se encierra
y un proceso escondido lentamente germina
si al mirar al futuro el presente da un giro.
Teresa Fernandez
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Soneto III
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Si al mirar el futuro el presente da un giro
y quiere regresarme a un tiempo ya pasado…,
yo me obligo a seguir, y hacia adelante miro,
pues no vale la pena desandar lo ya andado.
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Hay tanto por hacer, ¡y la vida es tan breve!,
que debemos vivir lo que brinda el momento;
el futuro es de aquel que a afrontarlo se atreve
y forja su destino con encarecimiento.
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Hay que exprimir el zumo que nos dona el instante;
no perdamos el tiempo, pues el tiempo no espera,
sin remedio posible, sigue su acontecer…
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Pasa rápidamente, de manera acuciante,
y al hilo de un suspiro se escapa en torrentera
convirtiendo en pasado lo que no ha de volver.
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Carmen Aguirre
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Soneto IV
Convirtiendo en pasado lo que no ha de volver,
vuela el corcel de Cronos, en su alocado huir,
tras un incierto instante que está por suceder,
hacia un ignoto espacio que está por descubrir.
En pos de un horizonte, que brilla en lontananza,
parte el tren de los sueños dejando atrás su otrora.
El mañana es un rostro que hacia el presente avanza,
y el tiempo -el maquinista de la locomotora-,
un legendario actor, que interpreta el guión
de un péndulo que oscila, sin alfa y sin omega,
por las siniestras sombras del río de la gente.
Y, en el lúgubre andén de una vieja estación,
esperando el silbido de un tren que nunca llega,
las noches y los días se van por el torrente.
Azarías DLeyre
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Soneto V
Las noches y los días se van por el torrente
del tiempo que, impetuoso, le place borrar huellas,
arrastra los vestigios del sol en el poniente
y el resplandor de Orión y las demás estrellas.
El tiempo llega a todos, no existe escapatoria,
sentencia nuestras vidas sabiendo que es el dueño,
impone su condena y, al canto de victoria,
contempla nuestra muerte como si fuera un sueño.
Las horas nunca oyen ningún lamento o grito,
ya pronto dejaremos vacías las piraguas
con las que ayer soñamos bogar hasta el futuro.
El tiempo es invencible, su plazo es infinito.
Nuestro recuerdo irá a las profundas aguas
del caudaloso río de un mundo claroscuro.
Amelia Blanchard
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Soneto VI
Del caudaloso río de un mundo claroscuro
nacen negras pasiones en discusión extrema;
enconadas corrientes de pasado y futuro
trasnochan sentimientos en épico poema.
El incierto presente se pierde entre rapaces
de un vivir temeroso por un final certero,
que como espada pende inmune a los disfraces,
íntimos y conjuntos, del universo artero.
Nacemos y pasamos en tránsito fluido;
gozamos y sufrimos en busca del rumor
de la felicidad, que anhela toda mente.
Pero nada es eterno, y al final el sentido
de todo lo luchado transmuta sin pudor,
donde el lodo del tiempo nos aferra inclemente.
Inmaculada Nogueras Montiel
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Soneto VII
Donde el lodo del tiempo nos aferra, inclemente,
el pasado regresa con el rictus amargo
y el recuerdo incesante de su voz recurrente
nos horada las sienes cuando el tránsito es largo.
Cuando el tránsito arisco de crespones se viste
y en la senda olvidamos un reguero de cruces,
se desploman las ganas tras el ánimo triste
porque al brillo del alma se le apagan las luces.
Porque sufren las carnes por los seres perdidos
al dejar tras los pasos ideales vencidos,
mientras brota del pecho nuestro lado inseguro.
Existir es luchar contra el piélago a solas,
es hundirse en la espuma de las pérfidas olas
anegando los sueños en su mar de cianuro.
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María Rosales Palencia
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Soneto VIII
Anegando los sueños en un mar de cianuro.
Así, alado el espíritu torpemente se queda,
de un recuerdo ruinoso, apoyado en el muro,
a aguardar a que el tiempo dictador retroceda.
Y el cerebro que, angustias, incesante cavila;
y el horror de saber; y la ignorancia fatua
que se arroga el dictamen y que ordena la fila,
y decide la forma y el color de la estatua.
Y ponerse a gritar para adentro sin voz
por la muerta virtud con tardo panegírico.
Y la vida que en horas baladíes desgrana
su termino implacable, su péndulo feroz
- acaso algún amor, algún consuelo onírico...-,
tal es la brevedad de la existencia humana.
Roberto Francisco Almeyda Rospigliosi
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Soneto IX
Es tal la brevedad de la existencia humana
y tan largo el camino que lleva a la certeza,
que me deslumbra, a veces, cualquier brillo que emana
de un fugaz pensamiento preñado de tristeza.
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La vida es la corriente de un mar embravecido
que arrastra nuestras almas, sin pausa ni medida,
al punto silencioso de un tiempo permitido,
donde un adiós callado es una despedida.
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Camino atando pasos de forma vacilante
y llevo siempre ocultos los íntimos temores,
los sueños, los deseos, la risa y hasta el llanto.
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La sombra del pasado se alarga rutilante
y deja al descubierto un ruido de clamores
que gritan al ocaso los miedos que amamanto.
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Tere Bas
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Soneto X
"Que gritan al ocaso los miedos que amamanto"
y "llora en mis entrañas el eco de su rostro"
-metáforas impropias de un pecho sin calostro-
son hebras que desprende la túnica de amianto.
Si acaso no entendieseis lo claro como el agua,
no debe preocuparos. Los actos más perversos
están en las palabras; y anidan en los versos
las místicas cadencias que nuestra mente fragua.
Por ello, es evidente que somos, cada uno,
la máquina imperfecta que mueve la memoria
de todo el colectivo de humanos en la hoguera.
La vital paradoja de un romano tribuno
revistió de supuestos la verídica historia
al compás de las horas de un reloj sin esfera.
Marcos Circenses
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Soneto XI
Al compás de las horas de un reloj sin esfera,
cuando puebla un suspiro el volcán de mi pecho,
cuando esconde el ayer sus cenizas y fiera
resucita la savia que nutriera al helecho;
cuando el mundo se queda en tu voz detenido
y se asoma a mis ojos la radiante alegría,
en la curva existencia, es el plazo vencido
un borrón entre niebla en la gris lejanía.
Es el vasto horizonte de color amapola,
y amapola es el aire, y amapola es el mundo
que descansa en tus manos de viril porcelana.
Mas la aguja se mece, enigmática y sola,
precipita su paso y adelanta un segundo:
es tan breve la aurora que precede al nirvana.
Mar Garcia
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Soneto XII
Es tan breve la aurora que precede al nirvana
y un segundo es la vida por muy larga que fuera ,
el tiempo es arma sucia de una deidad tirana
que condena lo vivo a su extinción certera.
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Es breve la existencia, aunque cien años dure,
porque un siglo no es nada comparado a lo eterno,
y, cuando el tiempo ataque y a golpes nos madure,
nuestro otoño de prisa se tornará en invierno.
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Mas cuando la esperanza a la fe fortalece,
la brevedad del tiempo acorta la amargura
y poco a poco triunfa el gozo sobre el llanto.
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Y, tras la noche oscura, el sol siempre aparece,
y regresa a la vida el sentido y cordura
del estado perfecto, sin temor ni quebranto.
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Luis Salvador Trinidad
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Soneto XIII
Del estado perfecto, sin temor ni quebranto,
se especula con gracia en cien mil direcciones
que se estrellan ingenuas contra el cíclico encanto
que le dan a este mundo los miedos y emociones.
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El arriba, el abajo, el fracaso y la gloria,
la alegría y la pena…, condimentan la vida
y se muerden la cola en forma giratoria;
la sutura es valiosa mientras duela una herida.
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Es obsesa la búsqueda del camino del medio,
infructuosa, además, contra toda natura;
retener, controlar, no existe una manera.
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El otoño será del verano el remedio,
y el invierno querrá para el frío la cura
en las prímulas manos de alguna primavera.
Helena Restrepo
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Soneto XIV
En las prímulas manos de alguna primavera
se agolpan los recuerdos de añorados abriles,
proyectos incumplidos quedaron en quimera,
distantes y lejanos los sueños juveniles.
¿Hay mundos paralelos en otras dimensiones,
en esferas tangentes, por el Cosmos dispersos,
que permitan huir de tantas frustraciones
y saberse más joven en otros universos?
Cuando el paso del tiempo te sumerge en la pena,
cuando han enmudecido clamores añorados,
cuando el inútil llanto acompaña al retiro,
¿cómo contar los granos en un reloj de arena?,
¿cómo escuchar el eco de unos labios sellados?,
¿cómo enjugar el llanto de un etéreo suspiro?
Rufino Garcia Alvarez
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Grupo Malditos Bastardos28 de Abril 2018
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