(Tercetos encadenados y serventesio)
Dos Viejos
Comiendo Sopa (Francisco de Goya)
Unos dedos artríticos soportan,
con dolor, temblorosos, la comida.
Unas manos borrosas que transportan
la cuchara, en el soplo de una vida,
a los lívidos labios demacrados
del silencio que espera su partida.
Unas sombras ocultan los pecados
de dos viejos -decrépitos, impuros
y al exilio perenne condenados-
en su escala cromática de oscuros.
Ya la sopa caliente se derrama
entre gestos convulsos e inseguros.
Ocres, tierras y grises son la gama
pavorosa del sueño preterido,
del remate fatídico del drama,
del final de ese eterno sinsentido
cuando el todo en la nada se convierte.
Son brochazos serenos del olvido
con los negros pinceles de la muerte.
Marcos Circenses
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La Madrileña
Neta (Enrique Estevan y Vicente)
Otoño en el pretil de la Gran Vía,
paseas tu elegancia y elocuencia
con gracia, madrileña, al medio día.
Claveles de fragor e independencia
retratan en tu espíritu valiente
el lógico entender de la conciencia.
Al paso de la turba iridiscente
el gris de la rutina se desboca
y se halla en tu verdad que nunca miente.
La neta reflexión, mujer, nos toca
y estamos sin pensarlo a la que salta,
la gente una vez más se volvió loca.
Tal es el caso así, cuánto ahora falta,
que el mundo da mil vueltas y es serena
tu risa y la ilusión, desnuda y alta,
brillante por Madrid, luz de verbena.
Enrique Sabaté
Otoño en el pretil de la Gran Vía,
paseas tu elegancia y elocuencia
con gracia, madrileña, al medio día.
Claveles de fragor e independencia
retratan en tu espíritu valiente
el lógico entender de la conciencia.
Al paso de la turba iridiscente
el gris de la rutina se desboca
y se halla en tu verdad que nunca miente.
La neta reflexión, mujer, nos toca
y estamos sin pensarlo a la que salta,
la gente una vez más se volvió loca.
Tal es el caso así, cuánto ahora falta,
que el mundo da mil vueltas y es serena
tu risa y la ilusión, desnuda y alta,
brillante por Madrid, luz de verbena.
Enrique Sabaté
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La Balsa de la Medusa (Théodore Géricault)
Ten clemencia del gesto, frío y rudo
de la mano que pinta el aguacero
con la razón y el sentimiento mudo.
Cuando pintas la piel dorada oscura
con esa languidez del sol desnudo,
la luna resplandece en su hermosura,
y cada noche vuelve agradecida,
con tal brillo que rompe la cordura,
roja como la aurora que, encendida,
está llena de estrellas luminosas,
y tu alma, quedará, resplandecida.
Surcan el mar gaviotas perezosas
que en su vuelo reparten esperanza
a cambio de las almas silenciosas
cuyas cenizas claman la venganza.
Manuel Gimeno Cervera
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dormita bajo un cielo atormentado
por grises e incorpóreas nebulosas
que engullen la ciudad por el tejado.
El blanco, con sus manos prodigiosas,
emerge clandestino de la nada
y fija las miradas más curiosas
al fondo, donde brotan en cascada,
de un pozo, los fantasmas del futuro,
llegados con la tez enmascarada;
su rostro, que emergió del nácar puro,
se acerca y en dorado se convierte
hasta mostrarse azul, azul oscuro,
un hechicero azul que puede verte,
que logra traspasar las dimensiones,
fugado de las fauces de la muerte,
para poblar tu boca y tus pulmones.
Mar García
sin saber para qué, sin objetivo.
Y de pronto renaces un buen día,
otra vez, indefenso, sin motivo.
Te ha gestado la noche oscura y fría,
y rasgas la corteza que te arropa
para nacer de nuevo a la alegría.
Con la luna dispuesta en una copa
para que te la bebas en creciente,
presientes que tu espíritu galopa.
Desnuda, vulnerable e inocente,
como el mágico espejo de la luna
en el místico cáliz, de repente,
descubres tu pasión y tu fortuna:
el bosque tenebroso es tu destino,
espera que lo abraces y te acuna ,
y tu brillo interior es el camino.
Helena Restrepo
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El Guernica (Pablo Picasso)
El horror, la amargura, el desespero…
Las lágrimas que brotan a raudales
de un contraluz de agónico venero
y la sal se descuelga vivamente
traspasando del alma los umbrales.
Se muestra el sufrimiento tan patente,
que los gritos se cuajan en la entraña
y salen por la boca amargamente
Elevamos las manos hacia el cielo
ante este gran dolor que fiero araña,
--algo que nos devuelva la razón--
un suspiro de luz que alivie el duelo
al ver que todo un pueblo se sumía
en una oscuridad sin remisión,
desangrado en la flor de su agonía.
12 de marzo 2018
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