(Corona de Sonetos)
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Soneto 0
Ofelia es la mujer predestinada,
es ella el alma máter de este cuento:
la anciana acoge sombras de la nada
y en ellas cobra vida el sentimiento.
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Enseña a sus amigas cada día
a hinchar el corazón de la belleza,
son muchas las que aprenden poesía
y el verso tibio aleja la tristeza.
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Oculta su pasión a los mortales,
le da la espalda al mundo conocido:
Ofelia tiene un aura diferente.
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Da aliento a sus anhelos teatrales,
esmalta la existencia de sentido
e ignora los murmullos de la gente.
María Rosales Palencia
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Soneto I
Ofelia es la mujer predestinada,
de estirpe gris y de existencia noble,
pariente secular de la enramada,
encarnación totémica del roble.
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Pequeña como un astro titilante
que se destaca en medio de la bruma,
entusiasta, lacónica, exultante,
¡para volar nomás le falta pluma!
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Y aquí me callaré. Dirán sus obras
mucho más que mi numen apocado,
que débil me será todo argumento
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para cantar sus múltiples zozobras,
que al fin solo doy forma a lo narrado:
es ella el alma máter de este cuento.
Roberto Francisco Almeyda Rospigliosi
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Soneto II
Es ella el alma máter de este cuento
a pesar de su talla diminuta;
con una voz menuda, como el viento,
susurra los libretos y disfruta.
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Su puesto está detrás de bastidores,
desde donde las letras siempre besa,
para que no enmudezcan los actores,
y no quiere brillar, no le interesa.
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Y, cuando el escenario queda oscuro,
vacío de talento y sin oficio,
Ofelia está perdida, desolada;
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su paso se hace lento e inseguro,
mas descubre un insólito servicio:
la anciana acoge sombras de la nada.
Helena Restrepo
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Soneto III
La anciana acoge sombras de la nada,
que, junto a su pasado, va arrastrando.
De espinas su cabeza coronada,
la oscuridad la sigue conquistando.
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Escucho sus lamentos que estremecen,
su ser está sangrando desde dentro,
¡ya las fuerzas de Ofelia languidecen!,
demonios se acumulan en su centro.
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Vierte lágrimas rojo carmesí,
marcando sus mejillas al caer;
ya nada causará más sufrimiento.
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Mirando al cielo, dice: ¡ya vencí!
las sombras ven el nuevo amanecer,
y en ellas cobra vida el sentimiento.
Diana Santiago
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Soneto IV
Y en ellas cobra vida el sentimiento,
y en ellas aparece la amargura
del pétalo, su flor y su sarmiento,
su raíz que adolece de ternura.
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¡Oh, triste, la muchacha enamorada!,
Las huellas que seguía en su asfixiar
apagaron el brillo en su mirada,
aunque nunca dejara de soñar.
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Iba un sí, sempiterno y solitario
en su pecho, redobles de un tambor
en su boca que aciaga enmudecía.
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Desdobló enloquecida su sudario,
como loca, los tintes de su amor
enseña a sus amigas cada día.
Carlos Corredor Camara
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Soneto V
Enseña a sus amigas cada día
la pasión extenuante que la envuelve,
esa necesidad en sí vacía
y que, al tiempo, tan plena y honda vuelve.
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Ofelia toca el alma a lo diverso
y a escena salen alas de los ojos,
bordando tanto como lleva inmerso
y andaba maniatado entre cerrojos.
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De nuevo, sumergida en la lectura,
ven la luz personajes investidos
que aprenden a versar con sutileza.
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Si enmudecen apunta con soltura.
Así regresa el aire a sus latidos,
a hinchar el corazón de la belleza.
Juan Risueño Lorente
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Soneto VI
A hinchar el corazón de la belleza,
que queda en sus pupilas reflejada,
una nueva andadura, Ofelia, empieza,
una nueva andadura esperanzada.
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En unión de su sombra, sigue andando,
dejando atrás las zarzas y el espino;
mas, durante el camino, van llegando
otras sombras sin dueño ni destino,
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y piden que la anciana las recoja,
puesto que están cansadas de vagar,
ya que nadie en el mundo las quería.
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Pero ella se conmueve y las aloja,
pues sabe que, al sentirla recitar,
son muchas las que aprenden poesía.
Carmen Aguirre
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Soneto VII
Son muchas las que aprenden poesía,
las sombras liberadas y confusas
por átomos de luz, es rebeldía
sedienta en la fontana de las musas.
Palabras declamadas en un hilo
de voz imperceptible y amorosa:
un arma terrenal de doble filo,
de amable sentimiento y melodiosa.
Tan sólo se distingue, etéreo rayo,
la mano que saluda y languidece
en la conversación: ¿duda o certeza?
Silencio celestial, mudo desmayo,
en lágrimas solemnes reverdece
y el verso tibio aleja la tristeza.
Enrique Sabaté
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Soneto VIII
Y el verso tibio aleja la tristeza
cuando la noche viene galopando
con los ojos vacíos de nobleza,
con sus rizos de plata envenenando.
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Saturada de dudas amanece,
con el temor del miedo en sus entrañas,
y el brillo alegre de sus ojos crece
mientras el viento seca sus pestañas.
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Abraza con sus alas al ocaso
que se adueña de todos sus respiros
con la muerte esperando en los juncales.
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Con la mirada herida del fracaso
maldiciendo los últimos suspiros,
oculta su pasión a los mortales.
Manolo Gimeno Cervera
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Soneto IX
Oculta su pasión a los mortales,
y las sombras dibujan sus ensueños
luminosos en días surreales
donde el arte y la magia son sus dueños.
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Ofelia en sombra y luz desenmascara
el don que se ocultaba en la sordina
al místico teatro que creara,
al fin de su existencia que declina
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en dura soledad y anonimato,
en rica y singular literatura,
sin nunca haber al mundo relucido.
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Se le abren otras puertas, por mandato
del cielo y por el ego; su bravura
le da la espalda al mundo conocido.
Teresa Amado Nervo
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Soneto X
Le da la espalda al mundo conocido
en busca de ilusiones sin fronteras
y sueña que sus sombras se han metido
en viejas poesías prisioneras.
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Jamás se rinde al negro de la noche
ni al sol abrasador de la mañana
y no hay en su cansancio ni un reproche,
pues sabe que al final el tiempo gana.
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Apenas un susurro silencioso
recorre el escenario como antaño
y evoca algún recuerdo de su mente.
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El brillo de un pasado luminoso
le confiere a su cuerpo un don extraño;
Ofelia tiene un aura diferente.
Tere Bas
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Soneto XI
Ofelia tiene un aura diferente,
es hada de los tristes, es la lanza
cuyo ristre se abraza al inconsciente
entre locura y mágica esperanza.
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Es amoroso sol de dimisorias
brumas donde la luz perdió su albura;
la cristalina voz de esas historias
que a las sombras dan vida y singladura.
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Suspira, ríe, sueña, es su costumbre
endulzar del momento la aspereza
entre ensayos y actores espectrales.
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Y esa pasión burló la pesadumbre,
pues el lírico drama que encabeza
da aliento a sus anhelos teatrales.
Mardy Mesén Rodríguez
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Soneto XII
Da aliento a sus anhelos teatrales.
El mundo no se cambia de repente:
las sombras se harán dioses inmortales
para modificarlo lentamente.
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Pues siguiendo la ley del universo
no interesa la nimia actualidad
pero sí que se alumbran, verso a verso,
nuevos mundos y nueva humanidad.
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No es mesiánica, Ofelia. Mas intuye
que el suyo es precursor de otro escenario
cuando ella y sus sombras se hayan ido.
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Y dando tiempo al tiempo todo fluye.
Lo más simple, es decir, lo extraordinario
esmalta la existencia de sentido.
Manolo Gonzalez
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Soneto XIII
Esmalta la existencia de sentido,
un sentido real e imaginario
que separa a la muerte del olvido
y ofrece a cada sombra su “sombrario”.
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Ofelia en su teatro está instalada
en medio de fantasmas y recuerdos.
Se encuentra en el pasado congelada
incapaz de vivir como los cuerdos.
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Al alma que se encuentra la recoge,
y le hace revivir su fama y arte
en un gran escenario inexistente.
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A las sombras mortales las acoge,
convierte a cada ser en su baluarte
e ignora los murmullos de la gente.
Luis Salvador Trinidad
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Soneto XIV
E ignora los murmullos de la gente
aquella a quien la nada le dio todo.
Las sombras de una savia indiferente
le legan, tras morir, el acomodo.
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La farsa y la tramoya, la tragedia
y el drama, la farándula y la rima,
se besan con el verso y la comedia,
liberan de la escarcha a la calima
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e inyectan de fulgores un proscenio
que muestra su virtud ante la gloria.
Se calma esa avidez inveterada
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que tienen los que admiran el ingenio,
pues saben que, por siempre en la memoria,
Ofelia es la mujer predestinada.
Marcos Circenses
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Corona 1 , basada en el Cuento: El Teatro de Sombras, de Michael Ende. Hecha por componentes del Grupo: "Malditos Bastardos" 19 de Febrero 2018
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