jueves, 28 de mayo de 2020

Cadenas de Sonetos por parejas



Grupo Poético: Malditos Bastardos

Cadenas de Sonetos
*****


Nº 1


Entre el Amor y el Odio

I

Lo nuestro fue tan solo una quimera,
con qué facilidad, amor, olvidas
todas aquellas rosas prometidas
que arrojaste en alguna papelera.

Lo mejor es dejar que a solas muera,
tu voz en mí reabre las heridas
que muy atrás dejé tan escondidas
en las rimas de aquella primavera.

Entre la colección de agudas frases
de tu libro de páginas filosas,
me gustaría que me dedicaras

todas esas que hicieron que me odiases.
Déjame ahora recoger mis cosas,
para la soledad no te preparas.

.......

II

Para la soledad no te preparas,
-no existe ni consuelo ni piedad-
No se puede vivir en soledad
aunque en ella te escondes y te amparas.

Dejé que entre mis brazos te acunaras
y fui en tu oscura noche claridad;
mas pronto descubrí tu falsedad
y vi tus intenciones poco claras.

¿Y me vienes pidiendo explicaciones?
¿Y preguntas por qué yo te odio tanto
y pueblo tu sendero de amargura?

No preguntes, ¡bien sabes las razones!…
Has de penar, sumido en el quebranto,
por haberme arrastrado a la locura.

.....

III

Por haberme arrastrado a la locura,
por mostrarte tan fría como el hielo,
en otros brazos encontré consuelo,
así quedó sellada la ruptura

con palabras que suenan a dulzura,
que me animaron a emprender el vuelo,
para mí dibujaron otro cielo
forrado con encaje de ternura.

Tal vez seamos ambos los culpables;
el orgullo ¿de qué nos ha valido
si el corazón acaba destrozado?

¿Ahora vamos a afilar los sables?
Yo creo que carece de sentido
ahora que ya todo ha terminado.

Antonio
.....

IV

Ahora que ya todo ha terminado
y encontraste consuelo en otro amor,
quémate en ese fuego abrasador,
ese fuego que nunca yo te he dado.

Borra de tu memoria ya el pasado,
poner punto y final fue lo mejor;
y, si al pensar en mí sientes dolor,
arráncate la espina del costado.

No prolongues por más el sufrimiento,
que una mancha de mora otra la quita
y ya no soy la misma que antes era.

He cortado, de un tajo, el sentimiento,
y lo que muerto está no resucita…
¡Lo nuestro fue tan solo una quimera!

Carmen
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Nº 2


Cuando se cruzan las miradas

I

Observo tu mirada entre la gente,
sensual y penetrante, que enamora;
tu esplendoroso andar de pecadora
seduce al corazón más insolente.

El día se hace lento, más doliente,
quisiera conocerla más señora,
morir mi fe no quiera entre su aurora
si solo soy tiniebla entre tu frente.

Déjame que naufrague por tus pechos,
me rindo a los embrujos de tu vicio,
corrompe mi virtud con tu sapiencia.

Que los latidos queden satisfechos,
corrompiendo la noche en su suplicio,
recuerdo que buscabas con urgencia.

......

II

Recuerdo que buscabas con urgencia
cruzar nuestras miradas al momento;
mirar tu paso aliado con el viento
llevaba hacia una mística experiencia.

En el silencio a gritos de abstinencia
del verbo, tu deseo yo presiento,
quizás el conocernos sin más ciencia
nos lleve a un singular descubrimiento.

Dejemos que el momento lo decida,
que el arte de saber improvisar
provee frutos muy interesantes.

Y en este experimento que es la vida,
cualquier locura puede resultar
cuando moran silentes los amantes.

Gema
.....

III

Cuando moran silentes los amantes
en las hojas del árbol, sus tejidos,
en las variadas flores jadeantes,
nacen llantos en ecos florecidos.

Está tu piel oliendo a primavera,
en ese manso río de agua y leche.
Será tu garra fría de pantera
en esta noche clara quien aceche.

Serás la voz, el eco del planeta,
la esencia de una noche clandestina;
serás alba, la dulce luz violeta.

Y sueño con tus ojos de latina;
oscura está la noche, más completa,
seremos como el agua cristalina.

.....

IV

Seremos como el agua cristalina,
que fluye cual murmullo en su corriente,
tu rúbrica en mi piel, con tinta fina,
será desde tu boca letra ardiente.

Mi dulce candidez concupiscente
pondrá en dilatación a tu retina,
mi garra, caballero, es complaciente
igual un poco sádica, asesina.

Dejemos que la noche con soltura
nos lleve en libertad hacia la aurora,
asidos al vaivén de su corriente.

Y lejos del colchón y su blancura,
en tanto tu pupila me devora,
observo tu mirada entre la gente.

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Nº 3


I

El día amaneció

El día amaneció de palo rosa,
y en ébano y marfil, en la guitarra,
hoy vino a despertarme la cigarra,
y usted, lejos de mí, de arpegio y glosa.

Perífrasis de acento en la baldosa,
en un turbio compás de vino y farra
que evoca al sanedrín de la Alpujarra
en justa soledad, virtud y prosa.

Chamullan su dicaz los licenciosos,
en términos vedados a su hambrío
sujetos en testudos belicosos.

Hay ganas de este juego en lo baldío
por prendas de trajines vigorosos
en todo un vendaval que es griterío.

......

II

En todo un vendaval que es griterío
se yergue la escritura condolida
al no entender la luz liberticida,
que existe entre los sones de este río.

Lexemas impregnados con el brío
de espasmos de protesta enfurecida,
que destierra la inercia de la vida
en un canto plagado de albedrío.

Transitando las rutas reticentes
o en la sombra frondosa de la uvera,
seremos los poetas disidentes.

Huyendo de la plática agorera,
iremos insumisos e indolentes;
el sendero es la trova bullanguera.

.....

III

El sendero es la trova bullanguera
del burlón adventicio y perdulario,
en sus viñas del mosto necesario
y el lagar de la cuba vinagrera.

La extensión de las nubes en la esfera
de este mundo y su foro legendario
nos prescribe del suelo y estuario,
en el delta inmortal de su ceguera.

Una airada razón es muletilla
en las cartas que escribe el maestrillo,
vistiendo su matula de mancilla.

Enciende así la mecha el talcualillo
y tañe en arrebato su trencilla,
llamando a Rinconete, a Cortadillo.

.....

IV

Llamando a Rinconete, a Cortadillo,
con audacia se viste con puñales,
que esgrime con insípidas señales
de ser en la disputa el Lazarillo.

Mas, las estrellas dicen que es un pillo
con aires de señor de cantorales,
pero cunde su error con sus cristales
de feudo que presume de su anillo.

Así, como la luna tiene fases
que cambia su brillar en la baldosa,
se mueve su razón sin firmes bases.

Envidia los ejemplos de la diosa,
y se queda con una de sus frases:
"El día amaneció de palo rosa".

Isa
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Nº 4

Ricardo Fernández y Teresa Fernandez  


I

—“Te reto a compartir, Ricardo mío,
Estos versos en forma de soneto,
Recuerda que te pido ser discreto.
En los temas de alcoba, desconfío

Sobre todo de hacer un desafío,
Aunque yo a tu criterio me someto
Y te cedo los versos con respeto.”
—“Recojo tu testigo porque ansío

Iniciar el cortejo sin demora.
Cada vez que te leo, mi Teresa,
Arrecian más las ganas de pasar

Raudo de las palabras, me enamora
Darte lo que tú esperas por sorpresa
O, si lo pides, juro ante el altar.”

.....

II

A ver, Ricardo mío, si me aclaro.
Tu acróstico me coge de improviso;
que hablen en mi nombre sin permiso,
no es solo un atropello, es un descaro.

De mí no sabes nada, y es muy raro
que salga de mi boca el compromiso
de una presunta alcoba o paraíso
que tú me has endilgado sin reparo.

Espero que haya sido la emoción
de un poeta que late mientras vuela,
y le tiemblan las manos cuando escribe.

El querer siempre espera la ocasión
de verse acariciado, y se rebela
si intentan someterlo y lo percibe.

.....

III

Perdón pido, mi dama, por tomar
en mis versos tu voz sin tu permiso,
un “chevalier servant” siempre es sumiso
y lo que digas ha de respetar.

En adelante juro solo hablar
de cómo conseguir tu paraíso
y obtener el ansiado compromiso
de que me consideres tu juglar.

Mas lo cortés no quita lo valiente
y te aseguro que mis versos quieren
que me abras tus murallas y tu alcoba.

Por eso, no me impidas que te cuente
que ojalá muchas noches nos esperen;
ya sabes de qué hablo, no eres boba.

.....

IV

Lo de boba, Ricardo, lo eliminas.
Malas artes empleas, y vulgares;
con tal vocabulario de lunares
te podrías hallar besando espinas.

Porque no son maneras, y patinas
pidiéndome perdón sin que repares
que tienes que elevarme a los altares;
y olvida lo servil y las pamplinas.

Y bien, puesto que insistes con la alcoba,
tengamos una cita en condiciones
que cierre este capítulo virtual.

Y no insistas, por Dios, dándome coba;
nos veremos, y luego…las pulsiones
dirán si fue el encuentro, bien o mal.

......

V

Dirán si fue el encuentro, bien o mal,
cuando contigo estoy encadenado,
aunque solo es al verso, ten cuidado
que pronto puede ser algo real.

Por mucho que te quejes, lo carnal
es parte del sentirse enamorado,
es lo que, en plata, llaman “encoñado”,
que este juglar no es solo celestial.

Espero que el encuentro acabe bien,
que los dos nos atemos las cadenas
físicas y mentales, que en la noche

salga también el sol, que sin mosén
unamos nuestros cuerpos por las buenas,
y las malas, a tope, a “troche y moche”.

.....

VI

Olvídate, Ricardo, de cadenas;
tu rol de Casanova y banderita
me ha blindado el cerebro a cualquier cita
gestada con preludios de sirenas.

El lenguaje soez, que desordenas
a modo de donjuán cosmopolita,
se opone a mi carácter sibarita
y a tu mundo de alcobas y verbenas.

Así que, amigo mío, por mi parte,
a esta aventura nuestra pongo fin
y espero que comprendas mis motivos.

Tus dotes, sin embargo, han de llevarte
al vergel de tus sueños, al jardín
de esos placeres tuyos tan festivos.

......

VII

Lo que dice una dama va a misa
y el “chevalier” no tirará más tejos
mi intención no ha sido, ni de lejos,
que el poema le amargue la sonrisa.

Mas nada fue soez, que la premisa
es que en estos asuntos de cortejos
hay que lanzarse al toro sin complejos
sin el sibaritismo por divisa.

En asuntos de alcoba todo vale
si entre los combatientes hay pasión
y si no, lo mejor es el camino.

“A rey muerto rey puesto”, que equivale
a aprovechar la nueva situación
¡que es muy amplio el elenco femenino!

Y con refrán termino,
diciendo que “en negocios de la cama
conviene ser mujer, más que una dama”.

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Nº 5


Otra vez el amor

I

Es el pulso febril que me enajena,
son las ganas olímpicas de olerte,
la odisea de amar en cuarentena,
enseñarle las garras a la muerte.

Transgredir el cristal de la condena
por el loco delirio de quererte,
y plantar alegría en cada pena
cuando quede un instante para verte.

Es la idílica imagen que codicio,
acercarme a mirar al precipicio
si mi cuerpo a tu cuerpo se acomoda.

Escuchar al oído que me amas
reducirme a cenizas en tus llamas
hasta que el fuego me consuma toda.

........

II

Hasta que el fuego te consuma toda,
voy a amarte sin prisas ni cerrojos;
formarán nuestros cuerpos una oda
donde queden de lado los sonrojos.

Disfrutaremos de la miel sin boda,
sin cadenas, sin miedos, sin abrojos.
Te voy a amar como el tenor rapsoda
a sus musas las ama con sus ojos.

Los orgasmos dormidos en tu cama
despertarán de su mortal letargo,
te fundirán como se funde el hielo.

Vas a sentir que el pecho se te inflama,
morirás de placer y, sin embargo,
podrás subir y descender del cielo.

.........

III

Podrás subir y descender del cielo,
sentir la piel con la que, al fin, te abrigo,
notar que flotas, levantar el vuelo,
jurar que siempre contarás conmigo.

Irá el amor creciendo en nuestra historia;
el límite estará en ninguna parte.
Te aprenderás mi cuerpo de memoria
y viviré a tu lado para amarte.

Podrás subir y regresar a tierra,
harás más dulce el lecho en esta guerra
para alcanzar un júbilo imposible.

Amar será motivo de alegría,
mi corazón, más tuyo todavía
porque eres en mi vida imprescindible

.......

IV

Porque eres en mi vida imprescindible,
así como lo es la flor del tallo,
voy a darte, mi amor, el combustible
que te llene los cántaros de mayo.

Todos los días estaré accesible,
seré tu fiel y tu servil lacayo;
voy a darte mi amor inmarcesible,
tú vas a ser mi nube y yo tu rayo.

Haremos el amor salvaje y tierno,
bajo los rayos de la luna llena
o sobre el gélido y temible invierno.

Vas a ser en mi mar feliz sirena,
porque darte mi amor mortal y eterno
es el pulso febril que me enajena.

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Nº 6


Diálogo

I

-Contempla, niña hermosa, mi apostura
y dirás: "¡Cuán gallardo caballero,
qué brioso!, en mi alcoba lo requiero".
No sufras, me tendrás, primor, ricura.

-No dudo, al contemplar la envergadura
de tan gallardo halcón, igual que fiero;
de todo tu talento, más prefiero
dejar para alguien más tu galanura.
.
-Pero, nena, el halcón puede, en sus alas,
elevar hasta el Cielo a dos palomas;
permítete gozar de mi esplendor.

-Serán quizás palomas colegialas,
que con gran maestría te las “domas”.
Mi halcón, yo no preciso “domador”.

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II

Mi halcón, yo no preciso “domador”,
mas bien yo soy paloma de alto vuelo,
y anulo los efectos, por mi cielo,
de tus dotes de gran depredador.

-Porque no has conocido, aún, mi ardor,
si sintieras, preciosa, mi desvelo
por llevar a tu lecho asaz consuelo,
querrías ser domada en mi fulgor.

-Me conmueve tu afán acomedido,
tanto así que una lágrima se escapa,
pero, halcón, no eres ave pa’ mi nido.

-Tras tu desdén, tu anhelo se destapa,
sé que quieres gozarme en tu angostura,
¡Contempla, niña hermosa, mi apostura!

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Nº 7


“Pulsando cada tecla del deseo”

I

Pulsando cada tecla del deseo
de alguna partitura silenciosa
a tientas, en la estancia indecorosa,
mis dedos disfrutaban su recreo.

Y sentí, en el sopor de mi mareo,
la ascendida inclemencia misteriosa
de una lengua invisible y prodigiosa
como abejas libando en aleteo.

Tu enhiesta nebulosa arquitectura,
nacida de mis ansias y ambiciones,
me da tanto placer como pavura;

y, en esa comunión de comuniones,
ardí dentro de tu pupila oscura
en un rigor vital sin restricciones.

Mardy.
....

II

En un rigor vital sin restricciones,
se encuadra el loco afán de enamorarte,
a ti, toda belleza, todo arte,
mas guardas la distancia, y antepones

un gigantesco alud de contenciones
a tus propios deseos de colmarte,
de renunciar a todo, de entregarte
al placer que te impone condiciones.

Al placer sin igual que te requema,
pidiendo urgentemente una salida
al aire puro, al sol, también al viento.

Mas la paciencia fue siempre mi lema,
y quisiera encauzar, amor, tu vida
al lecho de mi río turbulento.

Ángel.
....

III

Al lecho de mi río turbulento,
velado por la paz del reconcomio,
llega tu imagen de ángel o demonio
en la meliflua voz de tu argumento.

Me hace temblar el claro acercamiento,
la enervada pulsión de algún binomio
que nos lleva tan lejos del encomio
y tan cerca al fervor más irredento.

Quiero estrenar mi fe de profetisa
en la pira prohibida de tu altar
cual velamen que cede ante la brisa,

y mis labios abrir de par en par,
sentirme del abismo en la cornisa
cuando viaja en mi piel tu paladar.

Mardy
....

IV

Cuando viaja en tu piel mi paladar,
se estremece mi ánimo dormido,
y tiembla como el pájaro en su nido,
como tiemblan las olas en el mar.

En ese loco afán de acariciar
tu cuerpo, mansamente redimido,
sin poder evitarlo yo me olvido
de mis antiguas ansias de volar.

De volar a otros puertos, a otro mundo,
a otra extraña, posible dimensión,
donde un amor profano, más fecundo,

pueda hablar el lenguaje perfumado
del florido jardín del corazón,
el que late en tu pecho enamorado.

Ángel
......

V

El que late en tu pecho enamorado,
amor, puesto por mí para tu boca,
es rezo que comulga en el pecado,
manantial que horadando va la roca.

¿Qué, alma de lobo, en ti me hace capaz
de perderme en las fauces de tu furia,
de mi seno a tu sed de montaraz
ofrendarle en la más dulce lujuria?

Quiero rimar mi cuerpo a tus razones
y beber de tu vino afrodisiaco,
celebrar al rozar tus dimensiones
ese triunfo de Venus sobre Baco.

Si tu celo es el grial de mi fortuna,
no me tengas, amor, piedad alguna.

Mardy
.....

VI

No me tengas, amor, piedad alguna,
mátame con tu ardor y desenfreno,
ahoga en mi garganta, con tu seno,
esta ansiedad brutal, inoportuna.

Morir entre tu pecho que me acuna...,
un fenecer tan dulce, tan sereno,
que con él muchas veces me enveneno
a la luz enfermiza de la luna.

Esta lucha, mi amor, es lucha eterna,
que al verso y a la cama nos concita,
una lucha tenaz, de pierna a pierna.

Mas yo quiero llevarte a la infinita
paz, lejos del furor de la galerna,
a ese lugar en donde el alma habita.

Ángel
……

VII

A ese lugar en donde el alma habita,
al más fúlgido lar de los confines,
tu amor, que me da vida y me la quita,
me lleva en su corcel de blancas crines.

Revoloteas en mí, me resucita
tu vuelo corporal por los carmines
senderos de mi cuerpo, se ejercita
en lúdico vaivén..., no, no culmines...,

ofréceme tu sombra que me abriga,
fecundiza la flor de mi cadencia,
agóbiame en tu lúbrica fatiga,

que solo brote tras la turbulencia
el plácido caudal de tu sosiego...,
no me dejes de amar, yo te lo ruego.

Mardy
.....

VIII

No me dejes de amar, yo te lo ruego,
ni ciegues el raudal de tu fontana,
porque es en sus entrañas donde mana
el agua cristalina de mi ego.

Quiero frenar mi ritmo de andariego,
y abrazarme con fuerza a la mañana,
para ver si tu llama se desgrana
y me va calcinando con su fuego.

Si me quieres matar de indiferencia,
estás en tu derecho de mujer,
y puedes ejercerlo libremente.

Mas recuerda que, allende la conciencia,
donde la mente empieza a oscurecer,
nuestros destinos juegan sabiamente.

Angel
.....

IX

Nuestros destinos juegan sabiamente
sobre la quieta fronda donde queda
nuestro aroma en las sábanas de seda
y el beso que aderezas dulcemente.

Sobre el sudor vencido de tu frente,
el fuego del crepúsculo se enreda...,
el corazón evita, absurdamente,
que la razón se imponga o interceda.

La madrugada entrega la primicia
de un cielo que renace en esplendor...
Regreso de tu sueño al despertar;

dejo partir tu imagen, tu caricia,
como deja partir el pescador
aquel pez que se vuelve hacia la mar.

Mardy
......

X

Aquel pez que se vuelve hacia la mar,
en búsqueda eternal de su elemento,
nunca podrá olvidar ese tormento
de asfixiarse en el aire al respirar.

Y lo mismo que el pez, al abrazar
todo el azul del agua en movimiento,
yo te amaré de nuevo, yo te invento,
y nada dejo en manos del azar.

En un mundo de gloria y pesadilla,
nos hemos instalado sin querer.
Especie de prisión, con guarda y reo.

Mas, en tus dulces sueños de chiquilla,
rescatas el ahora del ayer
pulsando cada tecla del deseo.

Angel
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Nº 8


I

Divorcio

Insisto, mas no veo por el fuego
ese vaivén del ímpetu en la llama
que solo habla de inviernos en la cama
si donde había ahoras dices luego.

Perdona, si a seguir así me niego
pues mi sangre a tu cuerpo lo reclama
y para mí un pilar cuando se ama
es no olvidar el “dale que te pego”.

Ya sé, amor, que lo minan tus achaques,
que me paso tres pueblos de cansino,
pero obrando con mimo en mis ataques

tan solo afrento a tu “si va o si vino”,
volviendo a ser del “tres con la que saques”,
de la mano del vándalo más fino.

Juan
….

II

De la mano del vándalo más fino
vibraré de pasión como ninguna
y veré las estrellas, una a una,
aunque a veces te muestres tan cretino.

Tus reproches son sólo un desatino,
ya sabes que fluctúas con la luna
y quizás, si la noche es oportuna,
te dejas seducir por tu destino.

Y aquí estoy, rebosante de pasión
esperando los besos de tu boca
que recorren mi piel acalorada.

No es momento de hacerte el remolón,
ya sabes que me vuelvo medio loca
cuando siento el acero de tu espada.

Tere
……

III

“Cuando siento el acero de tu espada”
solo me suena a mítica canción
porque cuando más te hundo el corazón
mucho más prieta encuentro la hondonada.

Y es que te gusta darme la estocada
cuando ya está la cosa en defunción,
cuando no queda rastro de pasión
tras ahogarla con maña edulcorada.

Ya conozco, cariño, tu arrebato,
esa furia puntual de ardiente loba,
“que si espérate, amor, voy en un rato”.

La cosa a reventar y dando coba.
hasta saltar al fin, presta, al boniato
cuando está el pobre anclado en la joroba.

Juan
……..

IV

Cuando está el pobre anclado en la joroba,
de igual modo que encanto a una serpiente,
soplo notas en tu flautín durmiente
y convierto el boniato en una escoba.

Y ya ves, aun tratándome de boba
despierto en ti una llama tan ardiente
que caes en los delirios de un demente
e inundas de gemidos nuestra alcoba.

Lo mejor es dejar nuestras rencillas.
Te propongo que busques otras damas
que despierten, por fin, tu extraño ego.

Yo me inclino por cosas mas sencillas,
como ver el amor envuelto en llamas,
e insisto en que tú no eres de fuego.

Tere
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Nº 9


 Acrosticaditos los dos

I

Cuando de madrugada te ofreciste
Ansioso te pedí ser mi pareja*,*
Meloso como el novio que corteja
A su amada -que tal me pareciste-

Reí con la aquiescencia que me diste
Gracias mil por ponérmelo en bandeja...
O tal vez me merezca una colleja,
Ya siento haberlo hecho con un chiste.

Rendido a tus encantos y sumiso
Unamos nuestras fuerzas creativas,
Felices compongamos los sonetos.

Inicio yo a escribir, con tu permiso,
Nuestro idilio de sílabas furtivas;
Orgía de cuartetos y tercetos.

Rufino
….

II - Idilio entre sonetos

Orgía de cuartetos y tercetos,
que harán de este romance imaginario,
el tálamo del verso entre bocetos
de un lúdico proyecto literario.

Como una enamorada, ¡no lo niego!,
y, ante la sumisión que así me brindas,
hagamos de este idilio nuestro juego
y broten los sonetos cual celindas.

Que fluyan las palabras como ríos,
y se enlacen los versos como amantes,
que nos llenen la piel de escalofríos

con sus furtivas rimas embriagantes.
Desnudos de pudores y atavíos...
que sean nuestras plumas las garantes.

Mari Carmen
….

III - Plenitud

Que sean nuestras plumas las garantes
del vuelo que emprendamos yuxtapuestos.
Escribamos, pletóricos y honestos,
desnudos de ropajes deslumbrantes.

Volvamos a querernos como antes,
con versos vergonzosos y modestos,
sin estos intereses interpuestos,
huyendo de poemas arrogantes.

Quiero volver a ser el inmaduro
poeta que una vez te enamoró
y que sembró, en tus noches, la inquietud.

Que mira con cariño hacia el futuro
en el que existirá un “tú y yo”
volviendo a revivir la juventud.

Rufino
…..

IV – Sin Pudor

Volviendo a revivir la juventud,
bajo el manto celeste de los sueños,
donde solo mis labios pedigüeños
apaguen de los tuyos la inquietud.

Amarnos sin pudor, en plenitud,
entre fuegos y aromas almizcleños,
aunando los fluidos salobreños
de tu piel en mi piel, con celsitud.

Que sean nuestros besos los que escriban
el más bello poema nunca escrito
en el tul marfileño del amor.

Que las brisas del verso nos describan
ante la inmensidad del infinito,
o en el aura menuda de una flor.

Mari Carmen
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Nº 10


EN TU BRECHA AMÉLIE

(A AMELIA BLANCHARD)

I

Reverdezco de mi reseca rama
al grito de la alegre primavera:
una mujer de negra cabellera
que el aire caribeño desparrama.

Me alienta a resurgir de entre la grama
-levántate ya y cruza la frontera,
tal vez encontrarás una quimera
o quizá quien te busque sea una dama.

Sin saber si es un canto de sirena,
como el toro que soy, y sé que he sido,
me enfrentaré al destino ilusionado.

Me fugo de esta odiosa cuarentena.
Atravieso el Atlántico, atrevido,
y quedo en Maracaibo a tu cuidado.

Antonio
........

II

Y quedo en Maracaibo a tu cuidado,
allí donde está el lago con su puente,
besados por el sol resplandeciente
que en todos mis poemas ha brillado.

Disfruto de tenerte aquí a mi lado
las noches en que el viento está silente,
cuando la luna sale en su creciente
y el sol sin sus rayitos se ha quedado.

Hay que vivir el hoy y no el mañana,
sigamos recorriendo más destinos
por si de mí te apartas algún día.

Abierta quedará nuestra ventana,
que siempre mostrará nuevos caminos
sembrados de esperanza y poesía.

Amelia
.......

III

Sembrados de esperanza y poesía
miraremos crecer la sementera
y, pasada una vez la primavera
recoger la cosecha en compañía.

Disfrutas de tenerme a hora tardía
a tu lado. -Tu negra cabellera
agarrándome a ti, enredadera-.
Construyendo nuestra cosmogonía.

Empiezo a conocerte, y lo sé todo.
Todo cuanto de ti quiero saber.
Poeta y luchadora, eres mujer.

En cuanto a mí, te amo ya, a mi modo,
Amelia a tu lado me acomodo.
Contigo he de soñar y amanecer.

Antonio
........

IV

Contigo he de soñar y amanecer
en un jardín de musas y de rosas,
te escogeré, a ti, las más preciosas
porque a tu lado quiero florecer.

El tiempo es un morir y renacer,
crisálida que teje mariposas,
es encontrar el alma de las cosas
para poder las cosas entender.

Estás aquí sabiendo que ya existo,
que cantaré contigo las canciones
en el vaivén danzante de la brisa.

Me siento tan feliz de haberte visto,
también pueden mirar los corazones
si en el latir del tiempo nunca hay prisa.

Amelia
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Nº 11


Me miras y te miro

I

Me gusta lo que dice tu mirada,
se expresa de una forma tan divina,
el brillo que despide me fascina,
¡la mía me la tiene aletargada!

Es fuego con intensa llamarada
que cuando en mí se posa me ilumina
y a estar entre sus brasas me conmina
por ser angelical y descarada.

Me miras y, enseguida, yo te miro
y, sin mirarnos mucho, nos miramos
aunque habitemos otros universos.

Me miras y, enseguida, yo suspiro
y juntos y distantes suspiramos
al componer a dúo nuestros versos.

Mauro
…….

II

Al componer a dúo nuestros versos...
será como viajar a la utopía
donde la tentación y la osadía
conjuguen los vocablos más perversos.

Y en la pasión, volátiles, inmersos,
enlazando tu musa con la mía,
seré chispa en tu ardiente poesía
y del numen los cánticos dispersos.

Y si acaso algún verbo te provoca
o entre líneas delato mi deseo,
y mi mano atrevida te tantea.

Si notas mi metáfora en tu boca
o la sensualidad de un bamboleo,
es la estrofa, mi amor, que te desea.

Luviam Beatriz
……..

III

Es la estrofa, mi amor, que te desea,
la que a la misma cama nos anuda,
su ritmo acariciante te desnuda
y quiero hacerte mía como sea.

Permíteme, oh Claudia, que posea
tu cuerpo que al soñarlo me demuda,
permíteme, por Dios, que te sacuda,
¡mi lengua por tu vientre se pasea!

El verbo que provoca es el amarte
en todas las posibles conjunciones
que pueda imaginar el pensamiento.

Al cielo, conjugada, he de llevarte,
y en todas las posibles posiciones
recorro con placer tu firmamento.

Mauro
.....

IV

Recorro con placer tu firmamento,
en una alegoría voluptuosa
cabalgaré al delirio de la prosa
rendida a tu vigor férreo y hambriento.

Idílico de amor, será el momento
en que te implore, ávida y ansiosa,
que calmes esta sed libidinosa
que desatina, amor, mi sentimiento.

Y tú serás mi lírico indiscreto
que aludas el ardor de mis antojos,
y yo tu adicta musa enamorada.

Y en el virtual orgasmo del soneto
susurraré mirándote a los ojos:
" me gusta lo que dice tu mirada".

Luviam Beatriz
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Nº 12


Cadena de Sonetos

Epístolas desde la distancia

Soneto 0

Hoy te escribo, mi bien, por vez primera,
al tener la conciencia despejada.
Sé que fuiste una vez mi compañera
sosteniendo el amor en tu mirada.

Una sombra de gris melancolía,
acoplada a mis vanas ilusiones,
me recuerda la infame cobardía
de negarle el amor a las pasiones.

Siendo ahora rutina, y no ventura,
el transcurso implacable de las horas,
soy consciente del tiempo que he perdido.

En esta soledad que me tortura,
aislado y sin tus manos protectoras,
no quiero ser la presa de tu olvido.

Marcos
……

I

Hoy te escribo, mi bien, por vez primera,
después de tantos años de mutismo,
que marcaron mi piel en lenta espera
empujando la mente hasta el abismo.

Tal vez en este instante, la manera
de sentirte se torne en fatalismo,
al creerme ratón en ratonera
por este microscópico organismo.

He meditado mucho, sin embargo,
sobre la última etapa de mi vida,
y añoro aquella época dorada.

Creo posible volver de este letargo
si ponemos afán en la salida,
al tener la conciencia despejada.

Inmaculada
……

Soneto II

Al tener la conciencia despejada,
me cobijo en el vano pensamiento
de una luz tras la nueva madrugada
y me aferro al fulgor de este momento.

Es esta soledad devastadora,
este páramo seco y olvidado,
quien carcome mi piel y me devora,
quien le cobra el peaje a mi pecado:

El precio que me impone la desidia
por todos esos años de acomodo.
Si yo quisiera, amor, si yo quisiera

llamarte amor, amor, y no perfidia,
quizá todo sería de otro modo;
sé que fuiste una vez mi compañera.

Marcos
…..

Soneto III

Sé que fuiste una vez mi compañero...
¡Ay, amor, que arrasó para quedarse!
¡Ay, amor!, tan distante y tan certero
que depone las armas para armarse.

Me puede la ansiedad y el desespero,
noto este entorno cruel agigantarse
y, en mi delirio, anhelo el placentero
contacto de dos seres al amarse.

Un roce, una palabra connivente,
un apoyo o un cruce de opiniones.
¡Hambre de piel afín!, hambre atrasada.

Seres nuevos hablándose de frente,
complicidad, unión de corazones
sosteniendo el amor en su mirada.

Inmaculada
……

Soneto IV

Sosteniendo el amor en su mirada,
me dices y, en diciéndolo, decides
que acuda a ti con ansia ilusionada.
Bien sé que acudiré si me lo pides,

y acudiré contrito y renovado,
porque el infame virus que nos reta
no impedirá que olvide lo pasado
ni pierda lo que guardo en la maleta.

No tiene excusa alguna mi egoísmo
cuando trunqué el amor por mis empeños.
Renovaré contigo mi alegría,

aunque en el fondo siga siendo el mismo.
No apagará la luz de nuestros sueños
una sombra de gris melancolía.

Marcos
……

Soneto V

Una sombra de gris melancolía
se introduce en mis venas por momentos;
¿Por qué te culpas tú?, también fue mía
la acción de esclavizar los sentimientos.

Con la reiteración que presta el uso,
se instala el moho firme y lentamente,
es de justicia, pues; y yo me acuso
de no haberme esforzado suficiente.

Ninguno cambiaremos, es notorio;
se derrumba a la vez la humanidad,
¿Y si me calzo ahora los tacones,

regresando al afán satisfactorio
de la primera y dulce realidad
acoplada a mis vanas ilusiones?

Inmaculada
……

Soneto VI

Acoplado a mis vanas ilusiones,
pensé que rompería con mi gesto
nuestras ya quebradizas relaciones;
dudé por un instante, soy honesto.

Dudé porque, en verdad, no te conozco.
¡Maldito resquemor que me condena!
Obvié hacerte feliz, lo reconozco,
y acaso esa obviedad será mi pena.

Pero ya no lo dudo, tengo claro
que le abres una puerta a la esperanza
y con ello condonas mi agonía.

No te acuses, he sido yo el avaro;
y el peso de mi afrenta en la balanza
me recuerda la infame cobardía.

Marcos
…….

Soneto VII

Me recuerda la infame cobardía
haberte meditado tanto, tanto,
que pospuse el hablarte cada día
para acabar la noche en puro llanto.

Fue muy difícil acoplar quehaceres.
¡Qué ironía!, los hijos, que realizan,
tornan en madres siempre a las mujeres
y toda su energía centralizan.

Necesitada estaba de tu esmero,
yo siempre te soñé como un ensueño
cuyo sostén pendió de tus acciones.

Se hundieron mis defensas bajo cero,
en derribo total por ese empeño
de negarle el amor a las pasiones.

Inmaculada
…….

Soneto VIII

De negarle el amor a las pasiones
soslayé que tus sueños eran míos,
como mías, también, tus ilusiones,
quisimos vadear los mismos ríos.

Pero, ahora, llegado este momento
en que el sol nos alumbra nuevamente,
no quisiera ocultarte lo que siento.
¡Cómo ansío abrazarte lentamente

y volver a ese estrépito que añoras!
El rumbo cambiaré de mi destino,
no quiero ya lidiar con la amargura,

pero... ¡qué lentas pasan hoy las horas,
porque no estás!, y sí que está el camino
siendo ahora rutina y no ventura.

Marcos
……

Soneto IX

Siendo ahora rutina y no ventura,
y ahogando nuestro ardor en soledad,
te propongo el ahondar sin amargura,
cara a cara, buscando intimidad.

Aquella intimidad que quebrantamos
por una inmadurez empecinada,
es la misma que ahora deseamos
nos transporte del todo hasta la nada.

Un todo de impotencia y abandono
deshecho, queda en nada. ¡Renazcamos
de cero!, ¡reinventemos las auroras!

Tan solo nos separa un semitono,
nuestros seres se ansían, compartamos
el transcurso implacable de las horas.

Inmaculada
……

Soneto X

El transcurso implacable de las horas,
en esta soledad que se eterniza,
sin oír tus palabras redentoras,
sin sentir tu calor, me intranquiliza.

Volveremos, seguro, a ser amantes,
porque, ¿sabes?, conforman mis entrañas
la savia visceral de tus instantes:
el sustento vital de mis hazañas.

Queda menos, mi cielo, queda poco,
apenas un suspiro entre los vientos.
¡Cómo añoro el rumor de tu latido!

Ayúdame a olvidar este sofoco,
no te quiero ocultar mis sentimientos,
soy consciente del tiempo que he perdido.

Marcos
……

Soneto XI

Soy consciente del tiempo que he perdido,
con creces me propongo resarcir
y resarcirte, amor, como es debido,
ya que la vida está para vivir.

Para vivir en gozo está la vida,
y el gozo aumenta cuando, en siendo dos,
se funden en licencia compartida
potenciada después de algún adiós.

Libre quedó el hueco de tu esencia
y tu cuerpo en el lecho desolado.
Se ha tornado la noche tan oscura

que muere, si le falta tu presencia,
mi corazón carnal y atribulado
en esta soledad que me tortura.

Inmaculada
……

Soneto XII

En esta soledad que me tortura,
me aferro a la cadenas del deseo
y evito el instalarme en la locura.
Tú tienes la virtud en la que creo.

Ya no están los chiquillos en la casa
y se acerca, impertérrito, el poniente;
déjame entrar de nuevo en tu carcasa,
quiero volver a ser tu confidente

y encontrar en tu cuerpo mi refugio;
ya no seré, mi bien, esa quimera
que se instala en los sueños donde moras.

No es excusa ni nimio subterfugio,
ya no puedo vivir de esta manera,
aislado y sin tus manos protectoras.

Marcos
……

Soneto XIII
.
Aislada y sin tus manos protectoras,
me encuentro como hoja expuesta al viento
en sacudidas crueles y traidoras,
que producen un hórrido tormento.

No soporto un minuto sin unir
la ternura que siento a tu aflicción,
y la espera te busca hasta morir
en llamas inflamadas de pasión.

Maldigo de este mal que nos maldice
al no poder saciar nuestros anhelos.
Tanto te quiero, tanto te he querido,

que demando, por siempre, se realice
en ti la compulsión de estos desvelos.
No quiero ser la presa de tu olvido.

Inmaculada
…..

Soneto XIV

No quiero ser la presa de tu olvido,
ya salgo de este encierro, acaba el plazo;
volveremos a ser lo que hemos sido,
ansío tus caricias y tu abrazo.

Quiero fundirme en ti, y eternamente.
Debo pagar con creces mis errores.
Mi eternidad en tu cuerpo y en tu mente,
porque eres el amor de los amores

que todas mis pasiones ilumina.
Me desarma el cariño que trasmites
en tu audaz y enigmática manera

-como una aura de luz tenue y divina-
de mirarme. Y diré, si me permites,
hoy te escribo, mi bien, por vez primera.

Marcos
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 Nº 13


Construyendo esperanza

I

Tal vez no ves el sol plasmado en tu retina,
a lo mejor ignoras la impronta del pasado,
dormida, la ternura palpita al otro lado,
tal vez la incertidumbre tus pasos empecina

y tornas a encontrarte tristeza en cada esquina,
porque duerme el silencio de frío acurrucado,
tal vez tiende las manos el verbo más callado
y de ritmo y poema, su esencia contamina

Sí, tal vez, es posible que no exista luz pura
entre el dolor pasado de tantas noches huecas
perdiendo la certeza y el suave mes que huyó

o a lo mejor, pudiera surgir de la clausura
el río de esperanza que mis manos resecas
fabrican intuyendo que al fin amaneció.

Marisa
……

II

Fabrican, intuyendo que al fin amaneció,
mis manos constructoras, dolientes y cansadas,
castillos en el aire con nubes azuladas,
donde a un viejo arcoíris el tiempo ya borró

cual se borra el cariño herido por los años,
aunque muchos me digan que el afecto no muere,
si se quiere de veras; si de veras se quiere,
se puede hacer la lucha para enmendar los daños.

Y, con el nuevo día, la esperanza renace,
y llega un aire fresco para recomenzar.
Con la naciente Diana nos llega un nuevo reto,

pues nueva es la mañana y en ella siempre yace
una fuerza infinita que nos invita a amar,
con amor verdadero basado en el respeto.

Luis Salvador
…..

III

Con amor verdadero basado en el respeto
afronto cada sueño y cada desafío,
la cruda desbandada y el traicionero estío,
la hiel de las palabras, el yugo que someto

porque nos abracemos en este desvarío
y sean nuestros dedos abrigo tuyo y mío,
calor que precisamos sin lágrima o secreto.

Con amor y cariño, despojados de rabia
y de los egoísmos con que el Mundo nos viste
tratamos de besar el cáliz terrenal

Allá donde las pieles se funden en la savia
del árbol que florece, del tronco que resiste,
la pasión que nos mece triunfante e inmortal.

Marisa
……

IV

La pasión que nos mece triunfante e inmortal,
naciente de la entraña de la amistad sincera,
hace que disfrutemos incluso una quimera
bajo la suave brisa y el sol primaveral.

Rogamos al maestro del Coro Celestial
que nunca nos separe la mano traicionera
y caminemos juntos por la verde pradera
al encuentro de ambos, en amor fraternal.

Que viva la esperanza, la amistad, la alegría,
y enfrentemos la vida con sus dificultades,
con los zapatos puestos sin miedo al detractor.

Y, emprendiendo la lucha que trae el día a día,
haremos que se abran las posibilidades
de resembrar al mundo con semillas de amor.

Luis Salvador
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Nº 14

.
A LAS PUERTAS DEL PARAÍSO. Quieren ser como un eco ampliado de los versos de nuestro querido Miguel Hernández en su Cancionero y Romancero de ausencias:
Después del amor, la tierra.
Después de la tierra, nadie.

A LAS PUERTAS DEL PARAÍSO

SONETO I — ADIÓS AL PARAÍSO (Reyes Ferrándiz)

Toca decir adiós al Paraíso;
si un ángel nos empuja a la salida,
ahogaremos la lágrima escondida
en un dolor profundo e impreciso

Nos urge establecer un compromiso
con la tierra que cubre nuestra huida
y apostar decididos por la vida
que se nos viene encima de improviso.

Fuera bulle impaciente un nuevo mundo
multicolor, desnudo, todo nuestro:
cielos, montes y selvas, sin murallas.

No cedamos al llanto ni un segundo
que aumente la inquietud de este siniestro;
nos queda un mar azul roto en mil playas.

........

SONETO II — RENACIENDO DEL FUEGO (Isabel Martínez)

Nos queda un mar azul roto en mil playas,
de una tierna blancura adolescente,
nos calma este dolor con su rompiente,
levantando de espumas atalayas.

Magmas que abren camino entre las fallas
en ágil escalada comburente,
libres ya de temores, en torrente,
con ansia de brindar fuego en batallas,

nos proclaman amantes sin remedio,
prófugos de planetas desahuciados,
alazanes que vuelan ya sin bridas.

Tercos supervivientes del asedio,
erremos hacia edenes codiciados,
robinsones de tierras prometidas.

.........

SONETO III — JUNTOS (Reyes Ferrándiz)

Robinsones de tierras prometidas,
dos bocas compartiendo voz y aliento;
roce de piel a piel, medicamento
balsámico que besa las heridas.

Lejos ya tentaciones de suicidas,
apriétate a mi lado y, cara al viento,
encuentra en mi pasión el argumento
de nuevas esperanzas presentidas.

Con voz de niño y ojos de sorpresa,
pondremos alma y nombre en cada cosa:
paloma, fuego, lluvia, río, beso...

Juntos —socios y amantes—en la empresa,
haremos con amor, de espina en rosa,
una senda infinita y sin regreso.

.........

SONETO IV — EL SALTO (Isabel Martínez)

Una senda infinita y sin regreso
me marca tu presencia seductora;
mis pasos, abducidos, sin demora
concluyen en pasión que cala el hueso.

Bajo el borde caliente de mi peso,
en simétrico salto hacia la aurora,
multiplico tu dicha por mi ahora,
procuro que mi amor te quede impreso.

Si después de abrazarte están tus poros
supurando mi líquida condena;
si anhelas repicar entre mis coros

mientras rompen tus manos mi cadena,
mis labios como ardientes meteoros
repetirán volcanes de cayena.

.......

SONETO V — VENA A VENA (Reyes Ferrándiz)

Repetirán volcanes de cayena
la dicha que he soñado tantas veces,
en la sacra liturgia en que apareces
ante mí con fulgor de luna llena.

Recorreré tu cuerpo y, vena a vena,
de caricia en caricia, amor, con creces
te alcanzarán mis manos y mis preces
como explotan las olas en la arena.

Cuando la noche vaga entre las sombras,
un insomne destello en tu mirada
me atrapa en su insinuante parpadeo...

Es música tu voz. Cuando me nombras,
el latido en mi piel enamorada
me agiganta las alas del deseo.
.....

SONETO VI — SUSPENSIÓN DEL SENTIDO (Isabel Martínez)

Me agiganta las alas del deseo
un ansia que desprecia lo binario
y, en prodigioso rito carcelario,
funde derrota, lucha y escarceo.

Suspende mis sentidos, balbuceo;
sucumbo en ese anhelo milenario
y olvido que existía un calendario,
cegada por gozar de cuanto veo.

Cómo podré sanar de esta manía
si el remedio es a un tiempo mi locura
y practicar mejora la teoría.

Si tu amor es la herida que supura
y no logro cerrarla por más vía
que aplicar en la piel la calentura.
.......

SONETO VII — DE AMAPOLA EN AMAPOLA (Reyes Ferrándiz)

Aplicar en la piel la calentura,
el latido febril, la mano suave,
e intentar comprobar cuánto amor cabe
en esta noche nuestra tan oscura.

Y otra vez el amor, que me procura
la razón de vivir, me da la clave
de una ilusión… Mi corazón lo sabe
cuando rompe prejuicios y censura.

Al grito de la sangre, satisfecho,
he jurado ante el dios de las cavernas
que jamás en la vida andarás sola.

Desde la cumbre tersa de tu pecho
hasta el húmedo valle de tus piernas,
voy a ti de amapola en amapola.
.....

SONETO VIII - CON EL ALBA (Isabel Martínez)

Voy a ti de amapola en amapola,
ignorando el absurdo desacato
del insecto que liba todo el rato
vergel con cuya gula él mismo asola.

Ávida lo consumo y me arrebola
el néctar que me ofreces, de inmediato;
para orientar tu sed a mi regato,
como abeja dibujo una cabriola.

Ensayar con mis llamas en tu fuego
para aplicar la danza que nos salva
confieso la mejor coreografía.

Me obligo a soportar el desapego
—como practican sombras con el alba—
cuando extirpas de mí tu geografía.
.....

SONETO IX - ABRAZO (Reyes Ferrándiz)

Cuando extirpas de mí tu geografía,
traspaso, en mi delirio, tu frontera
—todo es abril y todo primavera—
escalando peldaños de utopía.

Y, en este amanecer de fantasía,
circundo con mis brazos la quimera,
floral y constrictora enredadera
en torno a tu virtual anatomía.

Y da, por ti y en ti, la tierra frutos;
y germinan semillas y sudores
en el fértil jardín de tu regazo,

y un iris de celestes atributos
va enmarcando en su cénit de colores
el feliz contraluz de nuestro abrazo.

.....

SONETO X - INSUMISOS - Isabel Martínez

El feliz contraluz de nuestro abrazo
alumbra en paradójico camino
los sueños con que cumplo mi destino,
porque amarte es el rumbo que me trazo.

No me duele contigo el cruel zarpazo
con que se nos incrusta lo dañino;
me transmuto en un ser casi divino,
inmune y voladora, de un plumazo.

Te arrastro en mis paseos verticales
—estrecho siento el mundo si lo piso—
a eróticos encuentros siderales

con los que te convierto en insumiso
de esa ley que se impuso a los mortales:
toca decir adiós al Paraíso.

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Nº 15

Irene Esther Gutiérrez y Juan Miguel Portillo

I

En tu cerro

No supe que existías, pero un día
el destino te puso en mi camino;
el camino de rosas se torcía,
y mi ser encontraba el ambarino

color de la belleza de su verso.
Hoy por el cerro vuela en libertad,
quiero envolver mi cuerpo en su universo
aunque el viento me brame sin piedad.

Nuestros cuerpos desnudos, frente a frente,
en ese bosque inmenso y tan profundo.
¡Cómo has colonizado ya mi mente!

Creciendo mi interés por tu amplio mundo
que será como un sueño que no miente
y roba el corazón en un segundo.

Irene
….

II

Y roba el corazón en un segundo
tu verso claro al loco penitente,
que aunque ha colonizado ya tu mente,
aún se siente un extraño vagabundo.

Quiero invitarte a entrar en mi palacio,
que está en el cerro donde el verso habita.
Y quiero deshojar la margarita
que hay en tu sexo,lento...muy despacio.

Quiero envolver tu cuerpo y protegerte;
y sentir tu humedad entre mis dedos.
Quisiera liberarte de los miedos

que pueda provocar el viento fuerte.
Acércate a mi piel...será una suerte...
Ahora,lo demás, me importa un bledo.

Juan Miguel
……

III

En el olmedo

Ahora lo demás me importa un bledo,
que el suave viento roce nuestra piel
flotando en la neblina del olmedo,
sintiendo la humedad, tu dulce miel.

Que la profundidad de tu vigor
se difunda en mi cárcel honda, oscura,
penetre con pasión y sano ardor
y siempre eterna sea tu bravura.

Apacigües mi sed de amor ardiente,
desaparezca el miedo atroz que siento,
que vivamos, amor, contracorriente.

Con pasión lanza el fuego sin aliento,
y en medio, del olmedo, cual demente
acaricia mi cuerpo tan sediento.

Irene Esther
…. 

IV

Acaricia mi cuerpo tan sediento
tu voz sensual mientras que me preparo
a penetrarte sin remordimientos
y sin hallar en ti ningún reparo.

Entre los olmos, bajo la neblina,
me adentraré en tu cuerpo cuanto antes;
y la brisa de viento vespertina
ocultará el ardor de los amantes.

Ya noto cómo fluye mi torrente.
Tendrás que perdonar mi mano fría,
que ya se tornará luego caliente.

Exhausto de pasión y poesía,
encontraré en tu boca el aliciente
para desembocar en tu bahía.

Juan Miguel
…… 

V

En la bahía

Para desembocar en tu bahía,
sobre la espuma blanca de las olas
del mar, un tibio baño, tú y yo a solas,
tus besos en mi cuerpo yo sentía.

Nos envolvía el día con su manto
y el rojo incandescente del placer
tan fuerte y arrogante, de tu ser,
de la miel de tus labios con mi llanto.

Atrapado en mi red, nunca te irás
y exhausto caerás en mi torrente,
ya no podrás salir de esa obsesión,

de este dulce embeleso, tú serás,
el eterno galán que está en mi mente,
perdido para siempre en la pasión.

Irene Esther
…..

VI

Perdido para siempre en la pasión,
me quedaré en tu boca prisionero
y bailaré contigo al mismo son
disfrutando el ocaso placentero.

No escaparé al imán de tu mirada;
nada me librará de ser obseso.
No tengo escapatoria preparada
para la telaraña de tu beso.

Entrenado, sediento y prevenido
para encontrar con precisión exacta
el epicentro de tu terremoto.

Volando por el mar de tu alarido
mi dardo te saluda cuando impacta
como una avispa en una flor de loto.

Juan Miguel
….. 

VII

En una flor

Como una avispa en una flor de loto,
te siento en celo eterno y la agonía
de tu río me lleva a la alegría
del universo en cuyas nubes floto.

Salvaje que no cesa, no descansa,
acechando su presa jadeante,
incisivo se vuelve en ser brillante
cuando su amada llega se remansa.

Flor de loto de día y en penumbra
transformada en tigresa merodeo,
busco en la oscuridad de la espesura.

La luz de tu mirada me deslumbra,
del rastro de tus huellas me rodeo
esperando tu fuego y tu dulzura.

Irene
…… 

VIII

Esperando tu fuego y tu dulzura
y con la vista puesta en tu barranco.
Esperando impaciente -si soy franco-
a que me encuentres en la noche oscura.

Sueñas con el dragón y con su furia...
Sé que te guiarás por las estrellas.
Ya he marcado el terreno con mis huellas
y te acecho borracho de lujuria.

La paz de la espesura me regala
la opción de reposar en tu regazo
y me convierte en tigre de bengala

cuando me recupero a corto plazo.
Mi felina jadea, brinca, exhala
mientras que yo le doy otro zarpazo.

Juan Miguel  
…..

IX

En la guarida

Mientras que yo le doy otro zarpazo,
porque soy cruel felina, con fiereza,
con mi garra en tu cuerpo, en la maleza,
como bestia me fundo en un abrazo.

Sedienta de deseo e impaciente
en mi guarida espero oler tu rastro
invadiendo tu sexo, dorado astro,
que ruge como fiera incandescente.

Por mis entrañas corren mil gemidos,
al tiempo que anochece, desvarío,
del disfrute me quemo y tu piel beso.

Sintiendo circular tus dulces fluidos,
en mi interior el éxtasis ansío
y te llamo esperando tu regreso.

Irene
…… 

X

Y te llamo esperando tu regreso
y el tiempo que transito se eterniza...
Haces descarrilar mi tren expreso;
tu fuego me reduce a la ceniza.

Pero me recompones los pedazos,
me sanas y me colmas de energía
si te fundes conmigo en un abrazo.
Eres la luz que me ilumina el día.

Voy a apagar la sed de tu deseo.
Voy a ser el guardián de tu guarida.
Saldrás de esta batalla victoriosa

cuando quedes expuesta al bombardeo.
Quedarás a mi sexo, sometida,
semen, sangre, sudor, saliva y rosas.

Juan Miguel
….. 

XI

Guardián de secretos

Semen, sangre, sudor, saliva y rosas,
la realidad perdió el norte en mi vida,
en mi tiempo, en mis manos absorbida,
y con fuertes caricias ardorosas.

Tus ojos azabache, tormentosos
me miran como el sol del universo,
siento que me destrozas en mi inmerso,
con tu boca en mis labios calurosos.

Y me dices que esperas mi regreso
y que el sol en mi vida tu serás
reflejado en el mar de mis placeres.

Por hacer mil locuras estás preso,
amor mío, en mi noche tu serás
guardián de los secretos si tu quieres.

Irene
…..

XII

Guardián de los secretos, si tú quieres...
Guardián de tu guarida y de tu piel.
Susurraré en tu oído si prefieres
cambiar mi voz por tinta en el papel.

Rojizo sol de mis atardeceres,
prometo no dejar de serte fiel
-que ya no me interesan más mujeres;
me modelaste ya con tu cincel-.

Guardián de los estambres de tu flor,
de los racimos que hay en tu viñedo,
de tu sexo insaciable, tu poesía...

Sea el cielo testigo de este amor.
Yo te amaré en el cerro, en el olmedo,
en la verde espesura, en la bahía.



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Grupo Poético: Malditos Bastardos

YO NO QUIERO 14 DE FEBRERO

  Sonetos: "Día de los Enamorados" Grupo Poético: Malditos Bastardos SONETO I   Yo no quiero 14 de febrero Yo no quiero catorc...