jueves, 19 de septiembre de 2019

Sombría soledad (Corona de Sonetos)



CORONA DE SONETOS: Grupo "Malditos Bastardos"


Soneto madre

A solas con mi propia soledad,
arrastrando la cruz de mi calvario,
una noche de fiera oscuridad
me adentré por un bosque solitario.

El viento entre los árboles gemía,
esparciendo lamentos de alma en pena.
Un helor por mi médula subía
cercenando el latido de mi vena.

Con el horror cuajado en la mirada,
vi surgir de las sombras su figura
con la muerte pintada en el semblante.

Era mi soledad amortajada,
mostrándome la negra sepultura
de este mi corazón roto y sangrante.

Carmen Aguirre
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Soneto I

A solas con mi propia soledad,
deambulo en las sombras del destino
tratando de entender la adversidad
que circunda y se mete en mi camino.

Mas pienso que mi sino está marcado
con espinas y púas de dolores,
que me impiden vivir como he soñado
disfrutando la vida y sus colores.

El hedor del silencio me amortaja
y mi faz se ennegrece de tristeza
mientras hago bosquejos en mi diario.

Mi soma se lamenta y resquebraja
y mi mente se pierde en la maleza,
arrastrando la cruz de mi calvario.

Isa Terenzano
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Soneto II

Arrastrando la cruz de mi calvario
susurrantes lamentos solos fluyen
y momentos divinos de mi huyen,
¡el olvido es un sádico sicario!

En mis manos estrujo tu rosario,
el silencio y tristeza nos recluyen;
corazón, con tus lágrimas diluyen
a mi cuerpo que yace en el santuario.

En ausencia agoniza la esperanza
el infierno que vivo por ruindad,
mas a solas, el tiempo ya se afianza

a mi carne en intensa cruel frialdad
y en espacios callados, sola avanza
una noche de fiera oscuridad.

Magali A. Solorza
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Soneto III

Una noche de fiera oscuridad,
vestida con adornos infernales,
se acercó disfrazada de deidad,
la muerte, con sus gritos sepulcrales.

Y yo que cobardía no he sufrido
ni me asustan extraños esperpentos,
le hice frente, del todo convencido
que es mejor el valor que los portentos.

Me crucé la señal sobre mi frente
y supliqué a Jesús me protegiera
por la sangre que empapa su sudario.

Y sin pensarlo más , cual más valiente,
como alma que persigue su quimera,
me adentré por un bosque solitario.

Luis Salvador Trinidad
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Soneto IV

Me adentré por un bosque solitario
en medio de una noche tormentosa,
noche de espanto, noche tenebrosa,
sin una breve luz de itinerario.

Ya sólo escucho voces de ultratumba,
provenientes tal vez del propio infierno,
y ese rumor tan sordo que aún retumba
en mi profundo ser y fuero interno.

Y mis pasos buscaban la evasión ,
del oscuro y terrible laberinto
y el resto de la vida amanecía.

Y mientras en mi triste corazón
el vivir despertaba con su instinto,
el viento entre los árboles gemía.

…………………................

Soneto V

El viento entre los árboles gemía
en un tono de oscura pesadumbre,
como el tono de mi melancolía,
incapaz de ascender hacia la cumbre.

Dejé que me arrastrara como hoja,
como otra hoja seca a cualquier lado.
Abatida en la mísera congoja
me he vuelto un corazón deshidratado.

Ya no me quedan lágrimas ni puedo
encontrar compañía entre la gente
porque en mi sequedad ya soy de arena.

Y el tiempo pasa en vano y tengo miedo
de contagiar mi esencia penitente
esparciendo lamentos de alma en pena.

……………………..........….

Soneto VI

Esparciendo lamentos de alma en pena,
sembró mi corazón estéril huerto,
donde cumplió la estúpida condena
de seguir vivo, estando medio muerto.

Solo brotó carroña de la tierra
que se impregnó en mi piel y mis entrañas.
Me golpeaste el pecho, en son de guerra,
¡oh, cruda Soledad, que me acompañas!

Yo te llevé conmigo a hacer turismo,
colgada de mis hombros noche y día,
al infierno de no ser uno mismo,

donde la estancia es gélida y sombría;
y al coronar, por fin, aquel abismo,
un helor por mi médula subía.

………………………........

Soneto VII

 Un helor por mi médula subía,
un mordisco violento y sentencioso,
un puñal repentino y belicoso
me avisó de que pronto partiría.

Se pusieron en pie todos mis miedos
al caer por mi rostro un rojo llanto,
resbalaron las lágrimas de espanto
y sentía calambres en los dedos.

Fue mi tiempo, y la tierra no perdona.
Fue mi hora, y la muerte, una cabrona
que se quiso ensañar en la faena.

Tras romperme la piel con sus maldades,
me cortó el corazón en dos mitades
cercenando el latido de mi vena.

 ……………………............….

Soneto VIII

Cercenando el latido de mi vena,
bajo el ímpetu insulso de la duda
y la impávida luz del alma obscena,
me arrastra hacia el terror la daga aguda.

El impúdico rostro de lo abyecto,
melancólico, hostil, letal y flébil,
inyectando su tósigo de insecto,
despelleja mi cuerpo, mustio y débil.

¿Por qué el amor siniestro y pernicioso
que me condena al pánico solemne
no acepta el estertor de mi coartada

ante la soledad de mi reposo?
Ya duermo, entre las sombras de lo indemne,
con el horror cuajado en la mirada.

Marcos Circenses
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Soneto IX

Con el horror cuajado en su mirada
y ademanes de turbio atildamiento,
sutilezas de ninfa enajenada,
convidando a la risa o al lamento.

Me ofrecí siendo un ícaro a su hoguera
y así ser devorado en un minuto,
al pensar: sí, tal vez, quizá me quiera.
Remedé mi agonía en falso luto.

Aplicado a las rústicas ficciones
en el orbe argentino de la escarcha
del ocaso aprendí y el alma abjura.

Aún recuerdo, comunes devociones,
que en parada nupcial, fúnebre marcha,
vi surgir de las sombras su figura.

…………………….............….

Soneto X

Vi surgir de las sombras su figura
en el profundo abismo de mi cielo,
guardaba ella en sus pechos la amargura
mostrando sus encantos sin su velo,

y me envuelve un silencio tenebroso
bajo el cielo estrellado de su boca,
cuando el aullido escapa victorioso,
con la piel insinuante, ardiente, loca.

Que sea el firmamento, juez, verdugo,
por odiar la belleza de su piel
con los labios sedientos del amante.

Que quiebre la cadena de mi yugo,
con las manos hundidas en la miel,
con la muerte pintada en el semblante.

Manolo Gimeno Cervera
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Soneto XI

Con la muerte pintada en el semblante
y la angustia bullendo en mis arterias,
me quedé en una pieza aquel instante,
inmóvil, atacada por histerias.

Deshaciéndose en lágrimas mis ojos,
tratando de borrar de la memoria
la imagen que me hizo hincar de hinojos,
mi espíritu trató de ver la gloria.

Pero fue en vano todo. La verdad
era innegable en esas catacumbas
y nada se podía hacer ya. Nada.

No podía aceptar la realidad:
la que estaba enterrada entre las tumbas
era mi soledad amortajada.

Renata Guitart
…………………..............…

Soneto XII

Era mi soledad amortajada,
la oí roer mi fe con claro exceso,
y, en su voraz garganta despiadada,
selló el pacto de muerte con un beso.

Anhelo, juventud...,sueño incoloro,
todo ha logrado al fin desfallecer,
solo halla las cenizas de un tesoro
que ya no será nunca igual que ayer.

Y, así, mi espíritu batido en duelo,
deja caer su frente sobre el suelo
en su noche más lúgubre y oscura.

Mientras una ocre voz, un alma tuerta,
de un aciago escenario abre la puerta
mostrándome la negra sepultura.

Mardy Mesén  
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Soneto XIII

Mostrándome la negra sepultura
entre sueños de un céfiro latente,
pude ver la espasmódica fisura
que se abría y cerraba, intermitente.

Accedí a los oníricos conjuros
como quien se resigna al improperio
de consumir mortíferos sulfuros
que, intuyes, sellarán tu cautiverio.

Me arrastré vacilante hacia lo arcano
que aguardaba mis pasos aturdidos,
y supe del terror espeluznante.

Un temblor terrorífico y profano
sacudió los cimientos malheridos
de este mi corazón roto y sangrante.

Teresa Fernandez
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Soneto XIV

De este mi corazón roto y sangrante
del que antaño brotaron miel y alheñas,
azahares y un verso susurrante,
hoy se cuecen espartos de otras leñas.

Hoy me envuelve un entorno pavoroso,
hoy no sé si en compaña u orfandades
se recrea el cerebro caprichoso
e ignora si es real mi propio hades.

La sinuosa alimaña que me oprime,
(¿es quizá en lo oscuro o en la aurora?)
aniquila mi mente sin piedad.

Me atormenta, me roe y me suprime
en este mismo instante, inquisidora,
a solas con mi propia soledad.

…………………………….

 Grupo Poético: Malditos Bastardos
19 del 9 de 2019


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