Corona de Sonetos- Grupo poético: Malditos Bastardos
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Soneto Madre
Soneto Madre
Soy carne de
presidio: un desalmado,
un crápula,
un psicópata evidente.
Disfruto el
sufrimiento despiadado.
Me excito
cuando agredo al inocente.
Profeso una
absoluta antipatía
por la gente
sencilla y bondadosa.
Mi puñal no
conoce la empatía
cuando manda
sus huesos a la fosa.
Los impulsos
son flashes de locura
que me
alejan del mundo de los vivos,
donde abrazo
el estado lamentable.
Soy carne de
cañón, una basura;
el sádico de
instintos destructivos,
pues del mal
que me acusan soy culpable.
María
Rosales Palencia
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Soneto I
Soy carne de presidio: un desalmado.
Y no es por
presumir, pero te juro
que soy lo
que se dice un tipo duro,
cuidado,
pues, conmigo, ten cuidado.
Que aquí
donde me ves, tan, tan tirillas,
no te
engañen mi flacas apariencias
o sufrirás
graciosas consecuencias
si te
quedas, de un golpe, sin rodillas.
Sigue
adelante, sigue, sigue, sigue,
y no mires
atrás, mi buen pimpollo,
que, aunque
soy tolerante y transigente,
sé que tú no
querrás que me prodigue:
soy el rey
en el reino del mal rollo,
un crápula,
un psicópata evidente.
Reyes
Ferrandiz
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Soneto II
Un crápula, un psicópata evidente,
lo afirmo, lo atestiguo, y es mi orgullo,
el veneno en mi acento es perogrullo,
es mi faz una máscara sonriente.
Sobrevivo
lamiendo del creyente
su inocencia, su rabia, soy capullo
de flor envenenada. Me harás tuyo,
succiono el bravo ser del inconsciente,
su inocencia, su rabia, soy capullo
de flor envenenada. Me harás tuyo,
succiono el bravo ser del inconsciente,
como muere
el Demonio en su batalla,
como el héroe inhumano que suspira
por tener el Averno por reinado.
como el héroe inhumano que suspira
por tener el Averno por reinado.
Contemplo el
Mundo desde mi atalaya
y mientras la miseria brama y gira
disfruto el sufrimiento... despiadado.
y mientras la miseria brama y gira
disfruto el sufrimiento... despiadado.
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Soneto III
Disfruto el sufrimiento despiadado
de quien sufre y no emite ni una queja,
clavo el puñal con gesto atribulado,
bajo el perfil de una inocente oveja.
Pobre del que me mire con reproche,
del que cuestione mi mirada errante,
pues no hallará la paz; a troche y moche,
trituraré su esencia petulante.
Porque soy simplemente como soy,
porque ningún sedante me controla
ni hay camisa de fuerza aquí, en mi mente;
lo que el mundo me dio al mundo le doy.
Me divierte la destrucción, me mola,
me excito cuando agredo al inocente.
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Soneto IV
Me excito cuando agredo al inocente
que va con
devoción de perro muerto
al lastre de
curriculum desierto
y vive del
trabajo de la gente.
Sin dar un
palo al agua, este demente,
deja toda mi
rabia al descubierto
y al que veo
tumbado, boquiabierto,
lo pateo con
saña fríamente.
A esta
especie de atún, que come, nada
en la nada,
se ríe ante mis ojos
con la
bobalicona picardía
que toca los
cojones, educada,
y me obliga
a tragarme sus abrojos,
profeso una
absoluta antipatía.
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Soneto V
Profeso una absoluta antipatía
por el mundo obsoleto, que persiste
en seguir el legado que tú hiciste.
Con tu marca certera gravaría
Profeso una absoluta antipatía
por el mundo obsoleto, que persiste
en seguir el legado que tú hiciste.
Con tu marca certera gravaría
para siempre
la vida por tu entorno,
eres mala persona porque matas,
sin piedad por venganza me arrebatas,
con tus manos la sangre sin retorno.
Y tu cara se tiñe color rojo,
no se calman tus ansias tan atroces
cuando nadie te ve en tu fría losa.
Te miras en tu espejo sin sonrojo,
sin sufrir con maldad, sin que solloces
por la gente sencilla y bondadosa.
eres mala persona porque matas,
sin piedad por venganza me arrebatas,
con tus manos la sangre sin retorno.
Y tu cara se tiñe color rojo,
no se calman tus ansias tan atroces
cuando nadie te ve en tu fría losa.
Te miras en tu espejo sin sonrojo,
sin sufrir con maldad, sin que solloces
por la gente sencilla y bondadosa.
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Soneto VI
Por la gente sencilla y bondadosa,
soy capaz de envolverme en su regazo,
abarcarles con fuerza en un abrazo...
y observarles con calma contagiosa.
El momento, sin duda tenebrosa,
me conforta esgrimiendo tal chispazo,
que lo tomo, lo siento y lo disfrazo
de labor comedida y pretenciosa.
Mas sabrán por mi forma de mirarlos
que no deben mirarme con falsía,
pues mis ojos les miran por salvarlos.
Por la gente sencilla y bondadosa,
soy capaz de envolverme en su regazo,
abarcarles con fuerza en un abrazo...
y observarles con calma contagiosa.
El momento, sin duda tenebrosa,
me conforta esgrimiendo tal chispazo,
que lo tomo, lo siento y lo disfrazo
de labor comedida y pretenciosa.
Mas sabrán por mi forma de mirarlos
que no deben mirarme con falsía,
pues mis ojos les miran por salvarlos.
Sin embargo,
si observo fechoría,
hasta puedo los suyos, arrancarlos...
¡Mi puñal no conoce la empatía!.
hasta puedo los suyos, arrancarlos...
¡Mi puñal no conoce la empatía!.
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Soneto VII
Mi puñal no conoce la empatía,
se me ajusta
a la mano como el guante;
y hoy me da
lo que ayer me prometía:
esa sangre
que el pecho palpitante
del carisma
sereno del espanto
en mis
lánguidas sábanas derrama.
Las
salíferas lágrimas del llanto
enaltecen el
son de mi proclama.
Y esta daga,
profética e impura,
me concede
la calma perniciosa
bendito candor en la amargura.
del postrero estertor de la orgullosa,
en su ascética y mística ventura,
cuando manda sus huesos a la fosa.
bendito candor en la amargura.
del postrero estertor de la orgullosa,
en su ascética y mística ventura,
cuando manda sus huesos a la fosa.
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Soneto VIII
Cuando manda sus huesos a la fosa,
maneja
tentaciones por antojo,
a pesar de
tener tan solo un ojo,
rasgado como
chino de Formosa.
De noche la proclama tan hermosa
De noche la proclama tan hermosa
que la piel
se la pinta en tono rojo,
alguno de
sus miembros queda cojo,
alas rotas
de tierna mariposa.
Sí, le
"come la bola" con sus cuentos,
sentada
sobre un potro de tortura,
se llena su
poema de lamentos.
Sí, se vacía
el alma de cordura
y comienza a
tejerlo sin acentos,
los impulsos
son flashes de locura.
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Soneto IX
Los impulsos son flashes de locura
que me dan energía incomparable,
de Satán heredé genio y figura,
les juro que no soy recomendable.
No soy
bueno, lo sé, ni lo pretendo,
soy peor que el peor de los humanos
y a veces ni yo mismo me comprendo.
Al ver correr la sangre por mis manos
se me sube a millón la dopamina
y celebro la vida, y esta suerte
de lograr tantos actos delictivos.
Soy adicto a este “rush” de adrenalina
y a los pactos que llevo con la muerte
que me alejan del mundo de los vivos.
soy peor que el peor de los humanos
y a veces ni yo mismo me comprendo.
Al ver correr la sangre por mis manos
se me sube a millón la dopamina
y celebro la vida, y esta suerte
de lograr tantos actos delictivos.
Soy adicto a este “rush” de adrenalina
y a los pactos que llevo con la muerte
que me alejan del mundo de los vivos.
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Soneto X
Que me alejan del mundo de los vivos,
con un
pálido manto de tristeza,
los que
rezan sus penas, los cautivos,
tras el
corazón yerto en la maleza.
Que no quede
testigo de mi crimen
sobre la
oscura llama del infierno,
que hasta
los ángeles caídos gimen
en las frías
mañanas del invierno.
Yo soy
perseverante en mi declive,
basura
reciclable de hedor fuerte,
con un brillo en mis ojos insaciable.
Y reniego del Dios que en mí pervive
con un brillo en mis ojos insaciable.
Y reniego del Dios que en mí pervive
por no
dejar, querida, de quererte
donde abrazo
el estado lamentable.
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Soneto XI
Donde abrazo el estado lamentable,
es en el
batallar con los “malditos”;
pues me nace
el impulso incontrolable
de darle a
más de alguno cuatro gritos.
¿Cuatro
gritos tan solo? ¡Clamo al cielo!
Me están
endemoniando los "bastardos"…
Voy a dejar
a todos sin un pelo,
y a ponerles
un saco de petardos.
Yo que a
nadie le tuve nunca inquina.
y jamás en
la vida un plato he roto…,
me he vuelto
más remalo que la quina,
pues con tan
solo olerlos me alboroto.
Lo mío, ya
lo veis, no tiene cura,
soy carne de
cañón, una basura.
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Soneto XII
Soy carne de cañón, una basura,
cachorro de las calles oriundo.
Me teme por el barrio todo el mundo
por llevar el bardeo en la cintura.
No hay quien
me tosa. Soy un caradura.
Yo voy de frente y nunca me confundo.
Si me miras de lado, desenfundo
y te abro en el costado una hendidura.
Yo voy de frente y nunca me confundo.
Si me miras de lado, desenfundo
y te abro en el costado una hendidura.
Las mujeres
me odian o me aman;
pero yo siempre paso de las pibas.
En la comisaría me reclaman
porque vendo sustancias adictivas;
tengo de mote en todos sus archivos :
el sádico de instintos destructivos.
pero yo siempre paso de las pibas.
En la comisaría me reclaman
porque vendo sustancias adictivas;
tengo de mote en todos sus archivos :
el sádico de instintos destructivos.
Juan Miguel Portillo
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Soneto XIII
El sádico de instintos destructivos
que inocula
veneno en el ambiente
con obscenos
y más que repulsivos
instintos de
maniático demente.
Soy el
mugriento anfibio que se arrastra
por los
muros de estiércol del suicida
bailando con
la muerte; la madrastra
infiltrada
en la piel del genocida.
Me reservo
el derecho a la tortura
con toda la
crueldad de que dispongo,
blandiendo
mi genoma indeseable.
Y me entrego
al festín sin desmesura,
cuyo placer
impúdico prolongo,
pues del mal
que me acusan soy culpable.
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Soneto XIV
Pues del mal que me acusan soy culpable
Pues del mal que me acusan soy culpable
tan solo por
cortar siete cabezas,
mas debo de
decir que fui amable,
las hornee
con zumo de cerezas.
Jamás
descuarticé aquellos troncos,
intactos los
colgué con mis cordones,
me hundí no
sé por qué en sollozos broncos
al verlos
orear como jamones.
Ahora en la
prisión me veo débil,
un detalle
importante lo olvidé:
¿Desde
cuándo un jamón no está salado?
Hoy tengo el
corazón cansado y flébil,
las chichas
sin salar allí dejé,
soy carne de
presidio: un desalmado.
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