DIOSAS GRIEGAS
I
Circe
Las diosas del Olimpo son feroces
y tejen las insidias de los celos,
compiten en maldades y hermosura
o alargan su poder sembrando el miedo.
Hay una que susurra por las sombras
y duerme entre las sábanas del fuego,
rozarla es condenarse en el abismo
o arder en la mirada del infierno.
La diosa Circe habita en su morada
de lívidas paredes de silencio,
a veces le acompaña la jauría
aguda y estridente de sus perros.
Son hombres que convierte en animales,
pues siente la amargura del desprecio
por todo aquel humano a quien hechiza,
dejándolo en status indefenso.
La triste va a romper su densa magia,
la trampa que pervive en el caldero,
y tiene que volver sobre sus pasos
al verse enamorada de Odiseo.
María Rosales Palencia
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II
Atenea
Al verse enamorada de Odiseo,
la diosa con más fuerza del Olimpo
desecha el pensamiento que le embarga,
pues sabe que es tan solo un desatino;
tal vez la tentación de algún demonio
que juega con la imagen de su mito,
de la virginidad callada y fría,
perpetua por los siglos de los siglos.
Nacida de la frente del dios Zeus,
con forma de mujer desde el principio,
se erige como hija preferida,
y es fuerte como el tronco de un olivo
que esconde sus raíces en la tierra
y asoma su innegable poderío.
Es diosa de la guerra y el combate,
venciendo siempre al frágil enemigo,
que tiembla contemplando la armadura
y se queda cegado por su brillo
mientras una serpiente fanfarrona
se acerca dedicándole un silbido.
Tere Bas
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III
Aura
Se acerca, dedicándole un silbido,
posándose en su dedo, la torcaza.
La diosa primigenia se despierta
cubierta de una fina y rica manta.
Ágil, desperezándose, el cabello,
con un gracioso gesto, se desata,
y, más que entre las nubes, la luz filtra
primero por sus púdicas pestañas.
El céfiro jugando la despeina
-como un hermoso erómano con alas-,
y sobre el cielo todavía obscuro
una lluvia de oro se derrama.
Al fin abre los párpados, ¡qué azules
sus ojos!, ¡más azules que mil albas!
Servida de las horas, bella, yérguese
espléndida entre sedas y descalza,
precedida de rubios cupidillos
que tapizan de pétalos do pasa.
La blanca mano extiende. Corre el velo:
por dos potros tirado, envuelto en llamas,
el carro, con un Helios indomable,
incendia el cielo añil de la mañana.
Roberto Francisco Almeyda Rospigliosi
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IV
Iris
Incendia en cielo añil de la mañana,
con los tonos que encierra el caduceo,
formando el arco lleno de colores,
que quedan adheridos en el cielo.
Se envuelve en el umbral del horizonte
y trae la frescura del ensueño
que se oculta en la cripta de su fuente,
cual diosa que aprisiona su amuleto.
Palpitan en los bordes de sus labios
las voces milenarias de otros tiempos,
que la instan a pintar el ancho mundo
con la onírica gama del momento.
En las concavidades de sus venas,
se funden los matices de los versos,
como embriones ocultos en su sangre,
en la cómplice línea del misterio.
Ella trae mensajes de los dioses,
adornados con brillos del lucero.
Isa Terenzano
Iris
Incendia en cielo añil de la mañana,
con los tonos que encierra el caduceo,
formando el arco lleno de colores,
que quedan adheridos en el cielo.
Se envuelve en el umbral del horizonte
y trae la frescura del ensueño
que se oculta en la cripta de su fuente,
cual diosa que aprisiona su amuleto.
Palpitan en los bordes de sus labios
las voces milenarias de otros tiempos,
que la instan a pintar el ancho mundo
con la onírica gama del momento.
En las concavidades de sus venas,
se funden los matices de los versos,
como embriones ocultos en su sangre,
en la cómplice línea del misterio.
Ella trae mensajes de los dioses,
adornados con brillos del lucero.
Isa Terenzano
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Selene y Endymión
Adornados con brillos del lucero
y plateados haces de hermosura,
Selene y sus caballos se deslizan
sobre la bella sábana nocturna.
En una noche clara de verano,
posa, Endimión, sus sueños en la gruta,
Y la diosa le ve dormir a solas;
descendiendo del cielo se dibujan
sus luces en la cueva, donde duerme
el lozano pastor, soñando musas,
mas la diosa le observa con fervor
y siente una atracción pura y desnuda.
Besándole en los labios, le despierta
con amor, que les llena y les alumbra.
Y piden juventud eterna a Zeus,
para que el tiempo nunca les consuma,
y el Dios les otorga eternidad,
pero solo pueden verse cuando cruzan
los sueños donde deben pervivir,
entre luces y sombras de la luna.
Pedro Hernandez
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VI
Estigia
Entre luces y sombras de la luna
salió la diosa Estigia de su río,
y la siguió su séquito a una fuente
para ayudar a Zeus junto a sus hijos,
salvaron a ese dios de ir al infierno
porque su juramento fue cumplido,
¡no hubo un compromiso más sagrado
cercano a las orillas del Olimpo!
Orillas putrefactas por el odio
que a otros les sirvieron de castigo,
y donde hasta el talón del mismo Aquiles
sorbió la mortandad estando vivo.
Las almas más furiosas y coléricas
se ahogaban en las aguas del vacío,
llegaban hasta allí, y un cruel Cerbero
hundía en las tinieblas paraísos.
La hija del Titán luchó en las guerras
y el Hades se le dio como designio,
para que naufragaran muchas almas,
no le importó que hay almas que son niños.
Amelia Blanchard
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VII
Hebe
No le importó que hay almas que son niños,
e inmolan sus inciensos en el éter
de cañadas estériles de luna,
soñando con el beso de la muerte...
Heredera del báculo de Cronos,
ni vírgenes ni náyades ni hespérides
le igualan en belleza y en virtudes.
En su espejo se eclipsan los ayeres;
su hermosura, cual flor de eterno abril,
al paso de los años prevalece.
Benjamina de Zeus y de Hera,
y guardiana del néctar de los néctares
que les hace inmortales a los dioses.
Venerada en los templos atenienses,
es diosa de la eterna juventud
y gobierna del tiempo los corceles.
Cuando se oculta el sol tras el crepúsculo,
y el rumor de la cítara de Euterpe
se funde con las sombras del Olimpo:
se desnuda del aura que le envuelve,
aspira los inciensos de la noche,
y se inmola en el tálamo de Hércules,
escanciando, en los cálices de Heracles,
la ambrosía del cántaro de Hebe.
Azarías DLeyre
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VIII
Hestia
La ambrosía del cántaro de Hebe
me da la juventud , ¡enhorabuena!;
y, con ella, el “Corcel” se me desboca
cual chaval que ante todo se subleva,
con sueños de luchar por la justicia
pensando que se logra por la fuerza.
!Juventud que me llegas de repente
y, también, de repente, te me alejas,
cuánto diera si fueras inmortal!
¡Porque fueras eterna, cuánto diera!;
Pero tú te me escapas en la noche
con el corto celaje de mi estrella,
y me quedo pensando que a mis años,
me conviene una vida más serena.
Ya no puedo correr descontrolado
ni tengo la pericia de una flecha,
mis pasos va contando el Padre Cronos,
y mis pies ya se arrastran por la tierra,
mas quiero proteger a mi familia
con la sabiduría de Atenea,
y que vivan en paz, bien amparados;
!Tu protección imploro, diosa Hestia!
Luis Salvador Trinidad
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IX
Anfítrite
Tu protección imploro, diosa Hestia,
desde mi condición de ser humano,
y espero me la sepas conceder,
como otras tantas veces, de buen grado,
para poderle hacer a esta mi diosa
unos versos de amor, desenfadados.
Ese claro dominio sobre el mar,
ese dominio mágico y extraño,
sobrecoge el azul de tantas olas
y deja el corazón desarbolado.
El "Dios del Mar" te vio por vez primera,
con las otras nereidas a tu lado,
y se prendó de ti, mi diosa Anfítrite,
de tus bellos y múltiples encantos.
Te digo que el amor entre los dioses
es algo que me tiene fascinado,
ya desde mi niñez, o tal vez antes.
Lo cierto es que no sé cómo ni cuándo
el poder de los seres mitológicos
me causó ese profundo sobresalto
que con fuerza se ancló en mi corazón
y en esas mismas aguas sigue anclado.
Angel Cazorla Olmo
Anfítrite
Tu protección imploro, diosa Hestia,
desde mi condición de ser humano,
y espero me la sepas conceder,
como otras tantas veces, de buen grado,
para poderle hacer a esta mi diosa
unos versos de amor, desenfadados.
Ese claro dominio sobre el mar,
ese dominio mágico y extraño,
sobrecoge el azul de tantas olas
y deja el corazón desarbolado.
El "Dios del Mar" te vio por vez primera,
con las otras nereidas a tu lado,
y se prendó de ti, mi diosa Anfítrite,
de tus bellos y múltiples encantos.
Te digo que el amor entre los dioses
es algo que me tiene fascinado,
ya desde mi niñez, o tal vez antes.
Lo cierto es que no sé cómo ni cuándo
el poder de los seres mitológicos
me causó ese profundo sobresalto
que con fuerza se ancló en mi corazón
y en esas mismas aguas sigue anclado.
Angel Cazorla Olmo
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X
X
Asteria
Y en esas mismas aguas sigue anclado
el resplandor de la lejana estrella,
de esa estrella brillante y azulada,
hermosísima y bella entre las bellas;
hija de los titanes Ceo y Febe
y de sus atributos heredera.
Profetisa de oráculos certeros,
de las constelaciones diosa y reina;
a la cual los mortales invocamos
para que traiga, en sueños, las respuestas.
¡Oh, Diosa de cabellos azabache,
ceñidos con lumínica diadema,
abriéndole caminos a la noche,
poblando de aster blanco cada senda!
Es tanta su hermosura que el dios Zeus,
al contemplar a Asteria, la desea,
mas ella se deshace de sus garras…,
pues, hecha codorniz, hacia el mar vuela
y, hundiéndose en las ondas, se convierte
en una isla desierta, que navega
a merced de los vientos y oleajes,
al rumbo que le marcan las mareas…
Hasta que llega el día en que se unen
los pilares del mar y de la tierra,
y, una vez enraizados los cimientos,
en Delos floreció la primavera.
Carmen Aguirre
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Y en esas mismas aguas sigue anclado
el resplandor de la lejana estrella,
de esa estrella brillante y azulada,
hermosísima y bella entre las bellas;
hija de los titanes Ceo y Febe
y de sus atributos heredera.
Profetisa de oráculos certeros,
de las constelaciones diosa y reina;
a la cual los mortales invocamos
para que traiga, en sueños, las respuestas.
¡Oh, Diosa de cabellos azabache,
ceñidos con lumínica diadema,
abriéndole caminos a la noche,
poblando de aster blanco cada senda!
Es tanta su hermosura que el dios Zeus,
al contemplar a Asteria, la desea,
mas ella se deshace de sus garras…,
pues, hecha codorniz, hacia el mar vuela
y, hundiéndose en las ondas, se convierte
en una isla desierta, que navega
a merced de los vientos y oleajes,
al rumbo que le marcan las mareas…
Hasta que llega el día en que se unen
los pilares del mar y de la tierra,
y, una vez enraizados los cimientos,
en Delos floreció la primavera.
Carmen Aguirre
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Artemisa
En Delos floreció la primavera
el día en que nacieron los gemelos
Apolo y Artemisa en lo profundo
de las aguas del turbio Mar Egeo,
por la rabia de Hera, vengativa,
de la infidelidad de Zeus y Leto.
La niña creció fuerte, poderosa,
Selene le abrazaba los cabellos.
Inmensa con el arco y con la flecha,
cazaba acompañada por sus perros.
Jamás le interesó varón alguno,
ni dioses ni mortales caballeros
que pudieran diezmar su libertad,
su pasión, su alegría, su universo.
Acteón, por error, la vio desnuda
y, herida, convirtió al príncipe en ciervo
al que, pronto, sus perros devoraron.
Ofrece protección cuando el deseo
pasea por la piel y no conviene
el caos que desata con su fuego.
Helena Restrepo
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XII
Afrodita
El caos que desata con su fuego
Hefesto no destruye su santuario,
pues nació de la espuma y de los genes
fervientes que cortó Cronos a Urano.
Anadiómena, Venus...Afrodita,
consorte del placer, Reina de Pafos,
la imagen voluptuosa del deseo
que hizo del fiero Ares tierno esclavo.
Fue la beldad de Helena su visión,
la que enfrentara aqueos y troyanos;
el mar puso en el haz de sus pupilas
la densidad de un celo despiadado.
Suelta la brida tersa de sus senos...,
un granado en la cresta de sus labios
seduce a aquel que su mirada escoja
con el mirlo sereno de su tacto.
Por llegar a la cumbre de su ensueño
trocaron su cordura los sensatos.
Ella es la rosa fresca, su perfume...,
un camino de amor y de pecado.
Mardy Mesén Rodríguez
:::::::::::::::::::::::::::::::::
XIII
Harmonía
Un camino de amor y de pecado
florecerá en el vientre de Afrodita.
De su ardor celestial con el dios Ares,
nacerá la benévola Harmonía,
diosa del equilibrio y la concordia.
Desposada con Cadmo, será víctima
de la furia recóndita de Hefesto:
bajo el germen nocivo de la ira,
un collar de oro, joyas y zafiros,
con engarces de conchas nacarinas
convertirá en serpientes a los cónyuges
y sembrará el terror en la familia.
Serán muchas tragedias, muchas muertes:
Yocasta y Arsinoe y Erifila…
que al ponerse el collar, tras heredarlo,
perderán desde el pálpito a la vida.
Será el collar robado, sin embargo,
por el tirano Phayllus, con porfía,
ignorando la trágica leyenda
de ocultas intenciones asesinas.
Teresa Fernandez
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
XIV
Némesis
De ocultas intenciones asesinas
protégenos, oh Némesis sagrada,
tú, que haces soportables los oráculos
premiando y castigando, justa y sabia.
Oh gran diosa de paz, la más grandiosa,
tú, que fustigas la soberbia humana
y administras justicia a los mortales
con equidad, sabiduría y magia,
mientras gira la suerte del humano
bajo el serio tamiz de tu balanza.
Vigílate a ti misma y al Olimpo,
pues Júpiter lascivo ya hace gala
de sus turbios y fálicos manejos,
y ha puesto en tus caderas su mirada...
No permitas que el seductor se embriague
en los néctares dulces de tus aguas.
Porque necesitamos tu presencia,
diosa de la justicia y la venganza,
pedimos que moderes los rigores
de los dioses odiosos que nos lastran.
Reyes Ferrándiz
::::::::::::::::::::::::::::::::::::
XV
Eris
XIV
Némesis
De ocultas intenciones asesinas
protégenos, oh Némesis sagrada,
tú, que haces soportables los oráculos
premiando y castigando, justa y sabia.
Oh gran diosa de paz, la más grandiosa,
tú, que fustigas la soberbia humana
y administras justicia a los mortales
con equidad, sabiduría y magia,
mientras gira la suerte del humano
bajo el serio tamiz de tu balanza.
Vigílate a ti misma y al Olimpo,
pues Júpiter lascivo ya hace gala
de sus turbios y fálicos manejos,
y ha puesto en tus caderas su mirada...
No permitas que el seductor se embriague
en los néctares dulces de tus aguas.
Porque necesitamos tu presencia,
diosa de la justicia y la venganza,
pedimos que moderes los rigores
de los dioses odiosos que nos lastran.
Reyes Ferrándiz
::::::::::::::::::::::::::::::::::::
XV
Eris
De los dioses odiosos que nos lastran
y amplifican su voz allá en las cumbres,
y cercenan de vagas ilusiones
toda euforia mortal mientras te cubren.
¿Quién soy yo me preguntas con descaro?
Soy la diosa del mal, la que te urge,
la que no buscará jamás concordia
porque siempre veré lo que no busques.
Yo reparto fortuna a las más Bellas;
a todas en la forma en que se funden
con su cuerpo, halagos y disgustos,
germinando placeres agridulces.
Hera, quiso quedarse con el premio
y Afrodita pensaba que se cumple
si Atenea, al borde del abismo
la manzana dorada, bien elude.
Por la poma surgieron las disputas
prefiriendo que nunca las imputen,
pues Eris obligó para jugar
que las tres, una a una bien se emulen.
La sentencia cerró cualquier discordia:
“Si las tres son conformes, ¡que se ayuden!
Miguel Pedroche
::::::::::::::::::::::::::::::::::
XVI
Electra
¡Si las tres son conformes, que se ayuden
a tragar estos cálices amargos,
que fueron, de mi exilio clandestino,
el ácido del odio que amamanto!
Que ni Erinias ni diosas me persigan
por cumplir los designios de mis hados,
ni desaten las iras de Artemisa
castigando por ellos a mi hermano
que, cumpliendo las ordenes de Apolo,
masacró a los traidores en su tálamo.
He vengado la muerte de mi padre,
el gran Agamenón, mi dios amado,
tal como lo juré sobre su tumba,
con la ayuda de Orestes y su báculo.
Soy Electra, la diosa enamorada
del padre que ordenó su asesinato.
Inducidos al templo de Atenea,
los áticos de Atenas nos juzgaron,
obteniendo el indulto por la gloria,
del guerrero, del padre, del troyano.
Mari Carmen Rodríguez Camargo
::::::::::::::::::::::::::::::::::::
XVII
Niké
Del guerrero, del padre, del troyano,
y de cualquiera de ese mundo heleno,
conseguirte en la lid, gritar ¡victoria!,
era ensalzar tu nombre y tu recuerdo.
Cuando te vi en el Louvre, aprisionada,
tan lejos de tu mar, del mar Egeo,
tan lejos de tu monte, el de la Luna,
tan lejos de tu hogar y compañeros,
me prometí robarte y devolverte
a Samotracia, al venerable templo
que habitaban los “Kábiri”, los dioses
extraños al Olimpo, los “Secretos”.
En ese antiguo panteón morabas
antes de tu captura en el museo,
donde te observa gente en zapatillas
orladas de ese logo de diseño,
que unos pronuncian “naik” y otros “naikí”,
y surgió de tus alas, mito griego.
Ricardo Fernández Literatura
:::::::::::::::::::::::::::::
XVIII
Tique
Y surgió de tus alas, mito griego,
la luz que me mantuvo el entusiasmo,
y pasé varias horas seducido
por sietes y campanas, apostando.
El bote que en tus alas me mostrabas
de doscientos cuarenta euros dorados,
me impulsaba a meterte más monedas,
temblaban sudorosas ya mis manos.
La pérdida era mucha y no podía,
al borde del gran premio, ahora dejarlo,
repetía cual mantra en cada euro:
“ya por fin va a tocar, de esta lo saco.”
Y perdí, testarudo y cabezota,
el sueldo de seis días de trabajo.
¿Por qué, Tique traidora, te diviertes
jugando con mi suerte y el acaso?
¿Por qué me sedujiste con el cuerno
que vomita monedas en tus manos?
Lo peor es que incluso te diviertes
contemplando los pecios del naufragio.
Rufino Garcia Alvarez
:::::::::::::::::::::::::::
XIX
Leto
Contemplando los pecios del naufragio
de la noche, el eterno Zeus atrae
a Leto, una titánide pasible,
para hacerla guardiana en sus altares.
Ella —el olvido—, de titanes hija,
llevó en redor el albo amor de madre,
y en sí, fugaz depósito de origen,
que la llevó del dios a ser la amante.
En brazos fue de Asteria residente
a causa de la llama inapagable
de la iracunda Hera, de sus celos,
de su ímpetu maligno y sus ataques.
Idolatrada diosa de la noche,
sentíase infeliz, quizás, adarme
al ser, por el rechazo, confinada
al destierro sin luz, sin equipaje.
Errante, como errante va la brisa,
supo afrontar el pérfido dictamen
de los dioses en crípttica entereza
junto al germen de amor que muere y nace.
Pietro Igarza
al borde del gran premio, ahora dejarlo,
repetía cual mantra en cada euro:
“ya por fin va a tocar, de esta lo saco.”
Y perdí, testarudo y cabezota,
el sueldo de seis días de trabajo.
¿Por qué, Tique traidora, te diviertes
jugando con mi suerte y el acaso?
¿Por qué me sedujiste con el cuerno
que vomita monedas en tus manos?
Lo peor es que incluso te diviertes
contemplando los pecios del naufragio.
Rufino Garcia Alvarez
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XIX
Leto
Contemplando los pecios del naufragio
de la noche, el eterno Zeus atrae
a Leto, una titánide pasible,
para hacerla guardiana en sus altares.
Ella —el olvido—, de titanes hija,
llevó en redor el albo amor de madre,
y en sí, fugaz depósito de origen,
que la llevó del dios a ser la amante.
En brazos fue de Asteria residente
a causa de la llama inapagable
de la iracunda Hera, de sus celos,
de su ímpetu maligno y sus ataques.
Idolatrada diosa de la noche,
sentíase infeliz, quizás, adarme
al ser, por el rechazo, confinada
al destierro sin luz, sin equipaje.
Errante, como errante va la brisa,
supo afrontar el pérfido dictamen
de los dioses en crípttica entereza
junto al germen de amor que muere y nace.
Pietro Igarza
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XX
Deméter
Junto al germen de amor que muere y nace,
Deméter, la guardiana de la tierra,
se ocupa con amor y beneplácito
de la fertilidad de las cosechas;
es gracias a sus dones que no faltan
cereales ni pan sobre las mesas.
El día en que raptaron a su hija,
en cólera montó la diosa excelsa;
ese día, del agua hizo cristales
y transformó en desierto la floresta.
La cebada, el trigo y el maíz
se desmayaron en la tierra muerta.
"Hasta que me devuelvan a Perséfone,
estéril estará la sementera",
dijo mientras, con copos de alba nieve,
preñaba el vientre de la lluvia fresca.
Los dioses el regreso concertaron,
pero Hades, con tal de retenerla,
le hizo comer los frutos del submundo
para que a sus dominios pronto vuelva.
Es por eso que viene el crudo invierno
a desolar la vida del planeta
en tanto la hija amada de Deméter
en las oscuras soledades reina.
Luego vendrán seis meses de abundancia,
porque es Perséfone la primavera.
Belen Torres
XX
Deméter
Junto al germen de amor que muere y nace,
Deméter, la guardiana de la tierra,
se ocupa con amor y beneplácito
de la fertilidad de las cosechas;
es gracias a sus dones que no faltan
cereales ni pan sobre las mesas.
El día en que raptaron a su hija,
en cólera montó la diosa excelsa;
ese día, del agua hizo cristales
y transformó en desierto la floresta.
La cebada, el trigo y el maíz
se desmayaron en la tierra muerta.
"Hasta que me devuelvan a Perséfone,
estéril estará la sementera",
dijo mientras, con copos de alba nieve,
preñaba el vientre de la lluvia fresca.
Los dioses el regreso concertaron,
pero Hades, con tal de retenerla,
le hizo comer los frutos del submundo
para que a sus dominios pronto vuelva.
Es por eso que viene el crudo invierno
a desolar la vida del planeta
en tanto la hija amada de Deméter
en las oscuras soledades reina.
Luego vendrán seis meses de abundancia,
porque es Perséfone la primavera.
Belen Torres
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XXI
Perséfone
"Porque es Perséfone la primavera",
pensamos, cándidos, desconociendo
que, más que alegre, la divinidad
posee el ímpetu de los infiernos
y el cetro porta de la destrucción.
Un gesto amargo, e imperecedero,
desde las cámaras del inframundo,
la luz divina, sin remordimiento,
bajo la génesis de la granada
y con el ímpetu de los destellos,
arrebató. ¡Capitidisminuido
sostén del báratro y de los muertos¡,
¿por qué robaste la delicadeza
cuando, en el énfasis de tus deseos,
sedujo un hálito tu soledad?
Porque es Perséfone el desasosiego,
el cambio cíclico de la creación,
la voz fatídica de los anhelos
y la esperanza de los inocentes:
es la monarca de los cementerios.
Marcos Circenses
:::::::::::::::::::::::::
XXI
Perséfone
"Porque es Perséfone la primavera",
pensamos, cándidos, desconociendo
que, más que alegre, la divinidad
posee el ímpetu de los infiernos
y el cetro porta de la destrucción.
Un gesto amargo, e imperecedero,
desde las cámaras del inframundo,
la luz divina, sin remordimiento,
bajo la génesis de la granada
y con el ímpetu de los destellos,
arrebató. ¡Capitidisminuido
sostén del báratro y de los muertos¡,
¿por qué robaste la delicadeza
cuando, en el énfasis de tus deseos,
sedujo un hálito tu soledad?
Porque es Perséfone el desasosiego,
el cambio cíclico de la creación,
la voz fatídica de los anhelos
y la esperanza de los inocentes:
es la monarca de los cementerios.
Marcos Circenses
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1 de febrero 2019
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