Corona de Sonetos
Soneto 0
EL amor de verdad no tiene fin,
palpita en la belleza de las flores,
se viste con los óleos del jardín
y perfuma el edén con sus olores.
Se interna, como laboriosa abeja,
en la matriz del nardo y el laurel,
hace nidos de amor sin una queja
y es dulce cual jugosa y rica miel.
El amor es la llama esplendorosa
que ilumina a las almas que son fieles
a través del invierno y el estío.
Es el beso que el lirio da a la rosa
y el ardor que engalana los claveles
cuando danzan bañados de rocío.
Belén Torres
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I
El amor de verdad no tiene fin,
no tiene ni comienzo ni ruptura;
renace con el sol en el confín
y con la luna está en la noche oscura.
Es fuerza, es energía sempiterna,
es la magia hechicera de la vida
que se posa en el alma y nos gobierna
desoyendo a la mente precavida.
No lo busques, se esconde impunemente
a la vista de todos los ilusos
que creen que en el amor son ya Doctores.
El amor siempre fue y está presente;
su aroma, que nos deja tan obtusos,
palpita en la belleza de las flores.
Renata Guitar
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II
Palpita en la belleza de las flores,
rompe los cánones establecidos,
sé que odia que le digan mil cumplidos,
pasa cuando se sufre mal de amores.
Ella guarda en el alma los rencores,
los recelos feroces y temidos,
la fachada de versos incumplidos
y escritos en un libro sin colores.
Es difícil seguir por esta senda
si a cuestas llevas sombras de arlequín;
nunca tienes a nadie que te entienda.
Mas ella impregna el aire de jazmín,
de poesía llena su vivienda,
se viste con los óleos del jardín.
Antonio Román
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III
Se viste con los óleos del jardín
el amor que florece en primavera,
al compás del gorjeo del verdín
que, feliz, aletea por la vera.
Amapolas, amantes primorosas
en el feliz vergel reverdecido,
adornan, con las leves lindas rosas,
en el prado que cubre el cruel olvido.
No permiten que mueran los sentidos,
pues tupida es la vida que germina
y abundantes los bellos alcanfores
que disipan pensares ya destruidos,
porque el páramo aleja la rutina
y perfuma el edén con sus olores.
Magali A. Solorza
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IV
...Y perfuma el edén con sus olores
la sublime fragancia de los cielos,
y armoniza un trinar de ruiseñores
una pasión henchida de desvelos.
Empapa la doncella sus enaguas,
brincando, alborozada y presurosa,
aquellas raudas y serenas aguas
en pos del almo amor que le rebosa.
Embriagada su psique en sus efluvios,
se entrega a la pasión más delirante,
mientras sus ninfas manan mil diluvios,
en éxtasis difuso y babeante.
Tras tan asaz delirio, y bien perpleja,
se interna, como laboriosa abeja.
Francisco Martín
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V
Se interna, como laboriosa abeja,
al borde de esta alegre fantasía,
y el cántico del ánima compleja
renace en la impaciente algarabía.
La vida es como el fruto dulce y tierno
que llena de color la leve espera
de ver que el aura escapa del infierno
camino de una eufórica pradera.
Y cobran otra luz las mismas cosas,
los sueños son la savia recurrente
que brota de la historia de la piel.
Y siento las caricias deliciosas
del vértigo feroz y diligente
en la matriz del nardo y el laurel.
María Rosales Palencia
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VI
En la matriz del nardo y el laurel,
donde la tierra oculta sus secretos,
una ilusión, anclada en el dintel
de la ansiedad febril de los abetos,
palpita, con la fe de la esperanza
y el tímido fulgor intermitente
del cálido fervor de la añoranza,
rogándole su luz al sol naciente.
Una tibia canción, desierta y flébil,
despereza el compás de los acordes
que se esconden al pie de la madeja;
porque, acaso, una araña nimia y débil,
entre armónicos ritmos monocordes,
hace nidos de amor sin una queja.
Marcos Circenses
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VII
Hace nidos de amor sin una queja
y olvida con su afán la pesadumbre,
un rayo de pasión que no se aleja
revuela entre las flores con su lumbre.
Y oxigena en los campos sus pulmones
con emoción que al verde solivianta,
aún huérfano de tantas ilusiones,
su anhelo es ser feliz, por eso canta.
Su plumaje compite con los minios
lampos que deja el sol en la derrota
de un ocaso que abraza sus dominios
y teje otra esperanza...aúrea, ignota.
Su entelequia se posa en el vergel...,
y es dulce cual jugosa y rica miel.
Mardy Mesén Rodríguez
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VIII
Y es dulce cual jugosa y rica miel
la savia de tu cuerpo estremecido,
que brota de los surcos de tu piel
cuando el llanto acaricia tu gemido.
Beberé de tus aguas clandestinas
que nacen al contacto de mis dedos
cubriéndote de amor entre neblinas,
abrazado a tus pechos y a tus miedos.
Y sueño con tu sueño más cercano
cuando mi alma se funde entre tus venas,
y oscura está la noche, más hermosa.
Y fuimos más allá de lo profano,
liberando la piel de sus cadenas.
El amor es la llama esplendorosa.
Manolo Gimeno Cervera
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IX
El amor es la llama esplendorosa,
la antorcha celestial de los amantes,
que sublima el latido, procelosa,
dejándonos en cueros y anhelantes.
Dos almas, bajo el hálito de Eros,
despiertan el deseo mas profundo
al libar los placeres hechiceros
del arcano elixir que mueve el mundo.
Es del amor el rayo que no cesa
en el alma de aquel que cae rendido,
ante el dulce placebo y sus laureles.
Con su vasto
esplendor, nos atraviesa
como un cálido sol alborecido
que ilumina a las almas que son fieles.
Mari Carmen Rodríguez Camargo
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X
¿Qué ilumina a las almas que son fieles?
Quizá la luz que alumbra su sendero
no les lleva a los gozos de las mieles
del amor desprendido y placentero.
O lo siguen, sin ver los finos rieles
que serpentean por el desespero,
donde sus ásperas y recias pieles
ceden a la presión de lo somero.
Su travesía viste al blanco albor
con el dolor que llena el equipaje
que antaño se quedaba tan vacío
por las mudas constantes del amor
que iban y venían de su viaje
a través del invierno y el estío.
Pedro Hernandez
::::::::::::::::::::::::::::
XI
A través del invierno y el estío,
vulnerable, el amor se fortalece,
lo doblega el calor, lo agrieta el frío
y, quebrado, su espíritu florece.
Siempre espera, confía en la semilla
que contiene su fiel naturaleza:
piedra, grano que sueña entre la arcilla
o retoño que al sol se despereza;
el futuro de un árbol, hierba, arbusto;
no hay destino mejor, se siente a gusto,
igual conocerá la mariposa
que, al posarse en sus hojas, con su peso,
le dará la experiencia que es el beso,
es el beso que el lirio da a la rosa.
Helena Restrepo
::::::::::::::::::::::::::::::
XII
Es el beso que el lirio da a la rosa
al despuntar la luz de la alborada;
es la estela de luna plateada,
que nos lleva a la cima más gloriosa.
Es río y mar, es agua rumorosa
que resuena en el alma enamorada
y hace que con su dulce marejada
palpite el corazón de forma airosa.
Porque el amor es lluvia y es hoguera,
es fuego que prosigue su camino
hasta alcanzar del cielo los dinteles.
Y, abonado, en su tierna sementera,
es la estrella nacida entre el espino
y el ardor que engalana los claveles.
Carmen Aguirre
:::::::::::::::::::::::::::::::
XIII
Y el ardor que engalana los claveles
alborota el sentido en un instante
con su ingrávido son de cascabeles
y su eterno abolengo diletante.
El rumor se agazapa entre las fuentes
en plena efervescencia contenida,
atestado de besos y alicientes
que propagan la lluvia sumergida.
Porque el amor se inhala y se devora
con tanta inclinación y poderío
como el arte en su vena creadora;
como el ave volando a su albedrío,
o el rosal y el geranio con la aurora
cuando danzan bañados de rocío.
Teresa Fernandez
:::::::::::::::::::::::::::::::::::
XIV
Cuando danzan, bañados de rocío,
en su esbeltez humilde, los rastrojos;
y canta una muchacha en el bohío,
los labios de coral, negros los ojos;
cuando torna el peón del labrantío,
en la callosa mano, lirios rojos,
y coloca, con un escalofrío,
las flores en sus trenzas a manojos,
allí nace el amor, entre la parva,
con la impudicia fresca y entrañable,
con el contacto casto de un carmín
labio que se va abriendo ante una barba...
Y el ciclo se repite perdurable:
¡el amor de verdad no tiene fin!
Roberto Francisco Almeyda Rospigliosi
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como un cálido sol alborecido
que ilumina a las almas que son fieles.
Mari Carmen Rodríguez Camargo
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X
¿Qué ilumina a las almas que son fieles?
Quizá la luz que alumbra su sendero
no les lleva a los gozos de las mieles
del amor desprendido y placentero.
O lo siguen, sin ver los finos rieles
que serpentean por el desespero,
donde sus ásperas y recias pieles
ceden a la presión de lo somero.
Su travesía viste al blanco albor
con el dolor que llena el equipaje
que antaño se quedaba tan vacío
por las mudas constantes del amor
que iban y venían de su viaje
a través del invierno y el estío.
Pedro Hernandez
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XI
A través del invierno y el estío,
vulnerable, el amor se fortalece,
lo doblega el calor, lo agrieta el frío
y, quebrado, su espíritu florece.
Siempre espera, confía en la semilla
que contiene su fiel naturaleza:
piedra, grano que sueña entre la arcilla
o retoño que al sol se despereza;
el futuro de un árbol, hierba, arbusto;
no hay destino mejor, se siente a gusto,
igual conocerá la mariposa
que, al posarse en sus hojas, con su peso,
le dará la experiencia que es el beso,
es el beso que el lirio da a la rosa.
Helena Restrepo
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XII
Es el beso que el lirio da a la rosa
al despuntar la luz de la alborada;
es la estela de luna plateada,
que nos lleva a la cima más gloriosa.
Es río y mar, es agua rumorosa
que resuena en el alma enamorada
y hace que con su dulce marejada
palpite el corazón de forma airosa.
Porque el amor es lluvia y es hoguera,
es fuego que prosigue su camino
hasta alcanzar del cielo los dinteles.
Y, abonado, en su tierna sementera,
es la estrella nacida entre el espino
y el ardor que engalana los claveles.
Carmen Aguirre
:::::::::::::::::::::::::::::::
XIII
Y el ardor que engalana los claveles
alborota el sentido en un instante
con su ingrávido son de cascabeles
y su eterno abolengo diletante.
El rumor se agazapa entre las fuentes
en plena efervescencia contenida,
atestado de besos y alicientes
que propagan la lluvia sumergida.
Porque el amor se inhala y se devora
con tanta inclinación y poderío
como el arte en su vena creadora;
como el ave volando a su albedrío,
o el rosal y el geranio con la aurora
cuando danzan bañados de rocío.
Teresa Fernandez
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XIV
Cuando danzan, bañados de rocío,
en su esbeltez humilde, los rastrojos;
y canta una muchacha en el bohío,
los labios de coral, negros los ojos;
cuando torna el peón del labrantío,
en la callosa mano, lirios rojos,
y coloca, con un escalofrío,
las flores en sus trenzas a manojos,
allí nace el amor, entre la parva,
con la impudicia fresca y entrañable,
con el contacto casto de un carmín
labio que se va abriendo ante una barba...
Y el ciclo se repite perdurable:
¡el amor de verdad no tiene fin!
Roberto Francisco Almeyda Rospigliosi
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8/ 3/ 2019
Gracias, he aprendido mucho de ustedes y es invaluable lo valoro.
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