Soneto Madre
Disfruto cuando siento tu mirada,
que me besen tus ojos me fascina,
disfruto despertar de madrugada,
no me gusta seguir una rutina.
Es hermoso leer en tu cuaderno
la lista de las cosas que quisiera;
quisiera que el amor se vuelva eterno,
ese amor que sentí por vez primera.
Tu presencia disfruto como loco,
me gusta que me cubras con tu manto,
eres la lluvia que mi tierra pide.
A tu lado, mi fuego, lo sofoco,
tú tienes de las diosas ese encanto,
pues tienes el placer que no se mide.
Aprendiz De Poeta
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I
Disfruto cuando siento tu mirada
postrarse ante mi lúbrico reflejo;
te inclinas a la urgencia despiadada
y me haces el amor frente al espejo.
A ti te gusta asirte a mis caderas,
saciarme, cuerpo a cuerpo, el apetito,
pues notas que, de todas las maneras,
yo soy tu perversión y tu delito.
Retumban las paredes en el baño
al ver que el tono sube, y es más fuerte
tu sexo porque, a impactos, me domina.
No pares aunque el ritmo me haga daño;
después de haber logrado complacerte,
que me besen tus ojos me fascina.
María Rosales Palencia
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II
Que me besen tus ojos me fascina,
que me cabalgues, ¡mágica amazona!,
me obnubila y dilata la retina
hasta morir gozándote en la lona.
Añoro se repita, una y mil veces,
explorando millones de locuras,
que aumenten nuestra placidez, con creces,
en un impar sublime de diabluras.
CARPE DIEM es mi ruego al Epicuro;
pues estos goces, que alcanzar suspiro,
son la meta por todo dios soñada.
Adoro el hedonismo, ¡y lo procuro!;
me apasionan los sueños que respiro,
¡disfruto despertar de madrugada!
Francisco Martin
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Soneto III
Disfruto despertar de madrugada
bajo el caudal de besos de tu boca,
y en tus brazos gemir, atormentada,
si el latir de mi pecho se desboca.
Me excita amar sin frenos y saberte
enardecido al borde del abismo
cuando tu cuerpo su ambrosía vierte
en el clímax febril del paroxismo.
Este amor, que es suplicio y es tortura,
morirá sin la llama del deseo
que provoca mi inspiración genuina.
Si se basa en la paz de la cordura,
prefiero ir a los brazos de Morfeo:
no me gusta seguir una rutina.
Belen Torres
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IV
No me gusta seguir una rutina,
pero soy,el amante de ese acto
que goza la lujuria repentina,
el sueño de sentir latente el tacto.
Me dilato, perdido en tus jardines,
tras el gozo de amar las travesuras;
tu fuego debe ser de otros confines,
pues me enredo en tus cálidas dulzuras.
Me deleito en tu sexo, lentamente,
y, juntos, nos morimos de placer,
más allá de la gloria de tu infierno.
Siento, amor, en tu pálpito candente
que, si escribes un nuevo amanecer,
es hermoso leer en tu cuaderno.
Elbio Timote
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V
Es hermoso leer en tu cuaderno
como el fuego quemaba tus entrañas
cuando juntos bajamos al averno
a probar las pasiones más extrañas.
.
Cada letra, un suspiro silencioso,
cada coma, un momento de ternura,
y, en un punto, ese orgasmo que, dichoso,
fundía mi contorno en tu figura.
Descubrimos los goces y las mieles
de dos cuerpos en plena sintonía;
descubrimos que un beso nunca espera.
Una vez desnudadas nuestras pieles,
pediste que te hiciese cada día
la lista de las cosas que quisiera.
.
Tere Bas
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VI
La lista de las cosas que quisiera
llena está de ilusiones y matices,
y todo lo que tengo, yo lo diera
porque estemos unidos y felices.
De todas esas cosas, solo hay una
que prima sobre todas las demás,
amarte como nunca amé a ninguna
y saber que por siempre me amarás.
Quisiera, que, al amparo de tus brazos
la muerte me sorprenda de repente
y me arroje a los pies del Sempiterno.
Quisiera que, por siempre, nuestros lazos
trasciendan el sepulcro, y consecuente,
¡quisiera que ese amor se vuelva eterno!.
Luis Salvador Trinidad
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Soneto VII
Quisiera que ese amor se vuelva eterno
reverberando el clímax del instante
en la memoria fría del invierno,
escarcha del deseo alucinante.
Guardarme tu recuerdo con codicia,
sintiendo que en mi lengua se repite
el paso por tu sexo que me envicia
y logra que mi espíritu se agite.
Es fácil, si te sueño, el infinito.
Evoco con mis dedos el temblor
del día en el que fui tu prisionera.
Me muero y, en seguida, resucito,
y soy casi inmortal con ese amor,
ese amor que sentí por vez primera.
Helena Restrepo
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VIII
Ese amor que sentí por vez primera,
rindiendo cuerpo y alma sin mesura,
en aquella lejana primavera
en que me enloqueció tanta hermosura.
Ese amor que no cede con los años,
que milagrosamente se agiganta,
que nunca se ha enturbiado con engaños,
que como de otro mundo todo aguanta.
Ese amor seguirá, no existe muerte
si algo nace de inspiración divina,
por eso al otro mundo lo convoco.
De momento, me alegro de mi suerte
y mientras esta vida me ilumina
tu presencia disfruto como loco.
Ricardo Fernández Literatura
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IX
Tu presencia disfruto como loco,
helado corazón de brasa fatua,
tocarte, estremecerte..., poco a poco
desbaratar tu placidez de estatua.
Y, ya vuelto a la vida, ver el fuego
de tus ojos surgir de la ceniza,
vibrar tu expectación, brillar el ruego
en el tibio coral de tu sonrisa.
Del ímpetu palurdo de gañán
sentir, en mí, tu peso estremecido
-quemante nieve que me yela en tanto...-.
Con una luz sensual de Zurbarán,
desnudos; yo diciéndote al oído:
"Me gusta que me cubras con tu manto..."
Roberto Francisco Almeyda Rospigliosi
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Soneto X
Me gusta que me cubras con tu manto,
con el cálido manto de tu ser.
Y sentir ese fuego sacrosanto
que me lleva en tu abrazo a renacer.
Al roce de tu cuerpo con el mío,
el deseo se torna llamarada;
y, al filo del supremo escalofrío,
preciso que me quiebres con tu espada.
Gocemos del placer, abiertamente,
que preparada está la sementera
aguardando que el fruto en ella anide.
Esparce sobre el surco la simiente,
y derrama tu clara torrentera…
Eres la lluvia que mi tierra pide.
Carmen Aguirre
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Soneto XI
Eres la lluvia que mi tierra pide
cuando de sed en la sequía muero,
la líquida corriente que divide
y fragmenta mi mundo por entero.
Eres el agua que mis surcos moja
mientras la lava en mis entrañas fluye,
y mi epicentro con ardor arroja
magma candente que tu helor destruye.
Eres la gota que en mi arena deja
efímera humedad, el gozo largo
y el máximo dulzor cuando te toco,
pues soy ese calor que se asemeja
al núcleo del averno y, sin embargo,
a tu lado, mi fuego, lo sofoco.
Mar Garcia
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XII
A tu lado, mi fuego, lo sofoco,
lo mitigo, lo enfrío y lo elimino.
Los intensos placeres que hoy invoco
se desmayan al ímpetu divino
de ese par de beatíficas colinas
que se ancoran al sol de mi alborada.
Y tus ansias, melosas y felinas,
poderosas, de yegua desbocada,
me diluyen y anulan mi entereza.
Y presumo de macho dominante
cuando soy paradigma del espanto,
un vulgar pusilánime que reza
ante toda mujer impresionante.
Tú tienes de las diosas ese encanto.
Marcos Circenses
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XIII
Tú tienes de las diosas ese encanto
que enloquece al incauto que te besa,
y en el gesto violento de tu llanto,
donde quema la piel, la sangre presa,
late con fuerza un corazón herido.
Sueño con el momento de tenerte
bajo la blanca espuma de mi nido,
sumisa entre mis brazos, fiel, inerte.
Calmada por la nieve de mi cima,
tu sexo gime, grita por vencer,
y cuanto más me adentro, más reincide.
Del misterio dichoso de tu sima,
aspiro el dulce aroma de mujer,
pues tienes el placer que no se mide.
Manolo Gimeno Cervera
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XIV
Pues tienes el placer que no se mide,
el vértigo excitante del pecado,
la envoltura diabólica que incide
en la divinidad de lo sagrado.
Y tienes el sabor de lo exquisito,
el dulce desenfreno de lo impuro,
la luz concupiscente del prurito
que colorea el gris del claroscuro.
Y tienes, vida mía, el ingrediente
de convertir al Rey en tu mascota
con tu egregia sonrisa depravada,
con tu talento innato y evidente.
Y, mientras el sentido se alborota,
disfruto cuando siento tu mirada.
Teresa Fernandez
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Grupo Poético, "Malditos Bastardos"
5 de noviembre 2018
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